Es un hotel para la paz y la tranquilidad. Ubicado en un edificio histórico del s. XVII, en los restos de lo que fué la iglesia de un convento de la orden de los Padres Mínimos, es un lugar lleno de encanto, con su patio acristalado y con una zona de habitaciones de nueva construcción, con salida a un jardin. Entorno natural, se oye el trinar de los pájaros, incluso con su piscina para el verano (ahora hacia demasiado frio para disfrutarla-estaba tapada). Dispone de muchas zonas para el relax, la lectura,... Un entorno envidiable.
Además, dispone de un restaurante donde ofrecen buenísimos platos. Una gozada para todos los sentidos.
Enclavado en un pueblo con vestigios medievales de diferentes origenes (árabe, iberos, romanos,...), ideal para pasearlo.
En cuanto a la oferta sobre vino, en la población cercana de Cretas se encuentra la bodega Venta d'Aubert, con un excelente vino blanco con leve crianza de elaboración propia (elaborado con Chardonnay, Garnacha blanca y Viognier) que es un deleite para el paladar por su complejidad y suavidad.