Suites & Resort… y antigüedades.

Un lujoso hotel madrileño, a la vera de la M-30 a su paso por Arturo Soria.

Grandes habitaciones (más que habitaciones, suites, pues la que me tocó en suerte tenía 50 metros aprox, y era solo un poco más grande que el resto), con buenas vistas, escritorio, saloncito, jacuzzi y otras comodidades.

Zonas comunes amplias, iluminadas y excelentemente dotadas.

Lo único cuestionable de este hotel es su decoración, a base de antigüedades, mucho terciopelo rojo, camas con cabeceros repujados y con mosaicos incrustados, visillos, cuadros de época… Sería algo asfixiante si las habitaciones no gozaran del tamaño indicado, pero siendo así, lo cierto es que al final me encontré muy a gusto.

Anexo al moderno edificio que cobija al hotel, y con acceso directo -de modo que parece que forme parte de él- hay un excelente club deportivo con spa, piscina cubierta de 20 metros con la opción de descapotar a medias, pistas de paddle y gimnasio.

La cocina es generosa, nacional con los típicos apuntes internacionales de los hoteles, y aunque no es su fuerte, en su favor tengo que decir que tras 15 días haciendo allí prácticamente todas las comidas, no me cansó.

Buenos desayunos en agradable y, cómo no, amplia sala.

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