Lo primero, el entorno es un espectáculo, y el edificio también, era el convento de San Pablo y el edificio tiene muchas evidencias de ello, al margen del claustro, que es el centro del Parador y a través del cual se organiza el edificio, hay que fijarse en muchos detalles, el techo del bar es muy bonito, adornado con pinturas, el del comedor es espectacular de madera, cualquier puerta de entrada a cualquier zona es un arco adornado, algunos motivos religiosos también.

Como decía el entorno es genial, al pie del puente de San Pablo que salva la Hoz del Huecar y a la vista, el casco antiguo, con las casas colgadas como acceso, pero sobre todo con la hoz "escavada" por el rio, pura naturaleza.

El personal es muy amable y eficaz, en todas las zonas, recepción, donde los trámites son muy ágiles, cualquier cosa que necesites, siempre con una amable sonrisa, en el comedor igual, todos con una amable profesionalidad, pero no de escuela digamos, una excepción el maitre, soso y parco.

La habitación, tenia alguna duda, en alguna ocasión me había encontrado que con el rollo de que es un monasterio, la habitación era precisamente de monasterio, pero en este caso, nos encontramos con una habitación acogedora y confortable, cama grande y cómoda, con medio dosel, bien amueblada, sillones, mesa, madera, el baño que queda a la entrada, con dos compartimentos, ducha y lo otro, equipado con lo habitual, nada especial, buena potencia de ducha y buenas toallas.

El desayuno es muy completo, zumo de naranja natural, buen surtido de salado, por ejemplo unas salchichas con cebolla caramelizada muy buenas y un muy buen surtido de dulce, donuts, bollería, pastel de almendras, etc, buen café.

Teníamos media pensión, así probamos el restaurante, siempre para cenar, bastante bien, tuvimos la oportunidad de probar bastantes platos, por ejemplo, mi mujer repitió la lasaña de verduras las tres noches, un ajo arriero entre láminas crujientes que nos gustó bastante, por citar algunos.
Como he comentado los camareros realmente bien, el maitre regular, una anécdota, una noche, nos sirvieron el pan duro, un despiste.
De los vinos no hablamos, por las nubes, como siempre.

Las zonas comunes mas relevantes son el claustro, pero con la rasca que hacia, no era para estar allí tomando algo, mejor admirarlo desde dentro, para sustituirlo, el bar, que como he comentado, tiene varios atractivos. También una sala de juegos y televisión en la primera planta que creo no es muy concurrida.

En definitiva, una muy buena experiencia.
150 € media pensión, muy buen precio, pero era una oferta.