Parador de playa

Acostumbrado a los paradores nacionales localizados en edificios históricos, castillos, monasterios, tiene su aquél hospedarse en otro completamente distinto, absolutamente volcado al turismo de sol y playa.
Está situado en primera línea de mar, cruzas la carretera y a la arena.
Estéticamente tiene su encanto, con una zona más antigua, donde yo estuve, y una posterior más moderna.
Yo ocupé una habitación muy grande, techo alto, espaciosa y cómoda a pesar de que está pidiendo una buena reforma, ya está un poco ajada. Tiene una pequeña terracita muy cómoda para leer tranquilamente con acceso al jardín y piscina, verdadero centro de atracción del parador.
Pasando por alto lo pasado de moda del mobiliario el cuarto es cómodo, buen baño, armario capaz, caja de seguridad,...,como anécdota hace mucho tiempo que no abría la puerta de un cuarto de hotel con llave tradicional, de ésas que pesan 1 quilo.
Los trámites de entrada y salida son sencillos, el comedor y cafetería dan a la piscina y al mar, desayuno bufé completo, y la atención del personal en todas las zonas sin un pero.
Toda la piscina está rodeada de tumbonas y te facilitan las toallas.
Con tantas facilidades el cuerpo te pide tumbarse a la bartola y disfrutar del sol y el agua, allí hay a raudales de las 2. Además en junio todavía no hay agobios de ningún tipo, imagino en pleno verano las cosas no serán iguales.