El vino me sigue pareciendo magnífico. Ahumado, con fruta tostada y caramelizada, no es ninguna bazofia de mermelada. El roble no es de ese estilo in-your-face (de pura vainilla), sino especiado y sabroso. En boca es grande, sólido, con un potente retronasal de acento amargo. Un vino muy bien hecho.
Otro estupendo vino para la cuarta sesión de la peña Erasmus. Nomás probarlo, hubo que jarrearlo con violencia y dejarlo ahí una hora para que abriera aromas explosivos de fresa, ciruela, chocolate, lácteos y un roble picante muy bien ensamblado. De paso contundente, con un toque tostado y denso de la fruta, humo y una sólida carga tánica que le anticipa una larga vida. Por 16 euros, es el vino perfecto para catar a ciegas y demostrar a los incrédulos lo que la nebbiolo puede hacer.
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