Perfectamente situada en la poblacion, enfrente del Castillo de Villafranca( a 100 metros) y a la orilla del paso de los peregrinos del Camino de Santiago, nada mas abandonar la iglesia de Santiago.
Delante del edificio, se pueden disfrutar de la vista de mimosas, adelfas, rosales, moreras y enebros enanitos etc..
Habitaciones abuhardilladas con madera en las que se aprecia recidumbre. camas con un colchon y almohadas muy confortables( soy maniatico de la almohadas y a esta no les puedo poner niguna pega).
Buen aislamiento de las estancias vecinas. Baños con lo basico, con un agua caliente que funciona perfectamente y con sensacion de impoluto.
El precio es con desayuno
Desayunos, que ya quisieran muchos multiestrellados en hoteles: cafe, cafe, a demanda no dejado ahi, con pan y mermeladas propias y como no zumo de fruta de los de antes.
Hago un apartado sobre la mermelada de naranja confitada: diez sobre diez, una sorpresa muy agradable.
Tambien he apreciado detalles que no me han gustado, pero son nimios; escalera empinada, segun su dueño obligatorio por la restauracion y en unas toallas "muy gustosas" y con un blanco sin pegas, para mi las de baño son algo pequeñas o las armarios de la habitacion..
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