Confirmo los comentarios anteriores. Acogedor, piedra y madera por todos lados, diría que encantador.
Nuestra habitación era La Iglesia. Habitación triple, muy amplia (a pesar de la cama supletoria), piedra vista salvo la pared del cabecero pintada en amarillo viejo, y el techo con vigas de madera a la vista. En cualquier caso muy acogedora, sin lujos. Solo TV (eso sí, pantalla demasiado pequeña). Quizás el pero es que el cuarto de baño resulta un tanto pequeño, no contiene detalles de aseo ni bañera, solo ducha.
El desayuno es opcional (4€ pax + IVA). Por ese precio merece la pena. Primero por el acogedor espacio del hotel para los desayunos y porque no estaba nada mal: Zumo de naranja natural, café o infusiones, jamón, bollería y tostadas con mermeladas muy buenas.
El precio que pongo incluye el desayuno para los 3.

La Casa de Legarda es una casa rural con más de 4 siglos, pero reformada en 2005.
Edificio de cuatro plantas, donde se reparten sus 7 habitaciones, todas diferentes pero amuebladas con gusto. Muy acogedor, vigas de madera, algunas camas con dosel, etc.
Destaca la limpieza y el mantenimiento de la casa, se nota que están muy pendientes.
El trato familiar y muy agradable. El desayuno, invita a tomarlo con calma: zumo, café, tostadas, etc. La comida la ofrecen en restaurante anexo (50 metros) pero no lo utilizamos, un paseo por la "herradura " de Haro, de tapas y vinos es una magnífica opción.
(No olvidarse de probar el caldo en algunas de las tabernas de la zona, sobre todo si hace frío.)
El entorno de Briñas merece un paseo, recorrer las riberas del Ebro o incluso pasear por las viñas cercanas, pero para los amantes del vino, su mayor ventaja es la privilegiada situación, a 3 km. de Haro, muy cerca pues de muchas, muchas bodegas que poder visitar.
Los precios dependen de las habitaciones y de la temporada pero la media puede estar por los 60 euros/día para dos personas más desayunos (4€+ iva).

Casa rural del Siglo XVII, situada en el pequeño pueblo de Briñas, (a un paso de Haro), con siete habitaciones, sin lujos pero con todas las comodidades, a un precio ajustado, constituye una excelente base de operaciones para visitar bodegas, pasar un agradable fin de semana o simplemente perderse. Recomendable el desayuno, un paseo sin prisa por el propio pueblo, y dormir en alguna cama con dosel.