Nos decidimos por este hotel rural para un fin de semana relajado, y fue genial. La llegada ya impresiona, porque de repente, y al final del camino, te encuentras con una puerta de campo que da lugar a la finca donde se ubica el hotel, una ubicación genial en mitad de la montaña, con una extrema tranquilidad. Y cerca con pueblos muy chulos en la ruta del Císter (necesario ver Poblet y Santes Creus). Nos dieron, al precio de habitación standar, la suite dúplex con terraza y jardín. El personal muy amable, la habitación completa y enorme, con la tranquilidad además de la terraza propia (aunque le falta algo de intimidad), genial para un vinito por la noche bajo las estrellas. La piscina, como si estuvieras en mitad de la montaña, y con servicio de bebidas. El desayuno muy completo, aunque quizá mejorable con zumos naturales y tostadora. El restaurante estaba bastante bien, con productos de la zona, y la RCP buena, aunque quizá deberían cambiar al jefe del restaurante, algo desagradable, por no decir mucho, con la gente.
RCP algo alta, pero bueno, es lo que se paga por el relax.