Oro viejo, limpísimo, brillante, precioso. Imposible acertar su edad en cata ciega.
Nariz sublime y muy personal, miel, orejones, hidrocarburos, fruta blanca, muy complejo y potente.
Enorme también en boca, voluptuoso, amplio, con acidez que compensa el dulzor, nada pesado, con notas frutales muy intensas, tremendamente equilibrado, todo está en su sitio, gran volumen y final eterno.
Un vino de clase mundial que se bebe con auténtico deleite e inunda los sentidos.

Dorado intenso limpio y brillante, con tonalidades cobrizas. Denota su importante vejez.

La nariz es intensa, un espectáculo de aromas complejos y cambiantes. Notas de flor seca, frutas blancas muy maduras, membrillo, orejones, piel de naranja confitada, maderas nobles, un fondo balsámico, cera de panal, miel, granos de café, especias dulces, canela en rama, caramelo líquido. Impresionante paleta aromática donde se mezcla la uva y la crianza, de una clase impecable.

En boca es sencillamente perfecto, todo está en su lugar, mantiene una acidez prodigiosa que sin duda vertebra y equilibra un conjunto delicioso de beber y disfrutar. Con peso y ligeramente graso resulta espectacular en el final donde nos deja sensaciones de frutas maduras, piel cítrica y confitura de naranja, con una persistencia eterna en la boca e imborrable en la memoria. Uno de los más grandes vinos que hayamos tenido la ocasión de disfrutar.

Siempre es complicado evaluar un vino de este estilo pero en este caso todo ha resultado sencillo, ya que estamos ante un joven de 72 años que se muestra vivo como él solo, que forma parte de la historia de España con una vendimia en un momento tan complicado como fue el final de la Guerra Civil. La inédita presencia de la botrytis, el descubrimiento del vino en 1970 en unas obras, su posterior re-embotellado, todo forma parte de la historia en este caso de CVNE, una de nuestras bodegas más señeras. Sin duda una suerte haber podido disfrutar de esta botella que permanecerá para siempre en nuestro recuerdo. Eterno.