El árbol del chicle
Hace sólo un par de meses, oí hablar por primera vez del árbol del chicle, nunca hasta entonces me había parado a pensar de dónde procedía la goma de mascar.
En Guatemala, en la zona de Petén, al norte, en plena selva me hablaron de los chicleros y su forma de vida. Estos hombres se instalan durante meses en tiendas con un camastro, una cocinilla y poco más para conseguir una cantidad suficiente del preciado producto.
Se suben a alturas de más de 30 metros que es lo que llega a medir el árbol del chicle o Chico Zapote. Hacen cortes en zig zag hasta la base para que circule la savia que recogen en pequeños contenedores.
El árbol del chicle llega a vivir 300 años y no se ve afectado por esta extracción, una peculiaridad es que no produce fuera de su entorno natural.
El latex recogido, se cuece para deshidratarlo y se coloca en moldes rectangulares donde se solidifica una vez que se enfría. Estos bloques son los que compran las industrias que se dedican a la elaboración del chicle.
Realmente el chicle que consumimos sólo contiene un 10% de esta goma base, el resto son polímeros varios derivados del petróleo, pero entrar en ese debate ya es otra historia. Existen chicles naturales hechos con este latex y endulzantes naturales exclusivamente, son los chicles "ecológicos".
El origen del chicle es maya, no creo que sea algo que conozca mucha gente. Ellos usaban esta goma masticable para lavarse los dientes y para disimular el hambre en los rituales de ayuno.
El chicle tal y como hoy lo consumimos, viene de un intento de un expresidente de México afincado en USA y un fotógrafo que pretendían conseguir un material más elástico para los neumáticos y mezclaron la goma base extraída del árbol del chicle con hule, el resultado no tuvo el éxito esperado pero como habían fabricado grandes cantidades, lograron venderlo a los boticarios para uso higiénico.
Más tarde un visionario le añadió azúcar y ese fue el comienzo de los chicles tal y como los consumimos hoy en día.