Y este es el segundo vino de la comida con los viejunos blancos compartiendo mantel con nuestro Château Gilette Réserve Spéciale 1954. Se trata de un Riesling de las bodegas estatales de la añada de 1975 con un buen nivel de líquido y que compramos en 2015. 

Al igual que el Gillette del 54 pudimos sacar el corcho con el abridor estándar de tijeras, alucinante. Las dos botellas las tuvimos dos días en la vinoteca a 9°C, por lo que tras la apertura la dejamos respirar por espacio de dos horas a temperatura ambiente y controlando la temperatura en la nevera hasta que realizamos su cata 11°C.

VISUAL: Presenta un precioso color amarillo dorado intenso, con reflejos cobrizos y muy cristalino (94).

OLFATIVA: En nariz se muestra vergonzoso asomando ténues notas florales de jazmin y algo de membrillo. Al agitar encontramos aromas a miel de romero, apuntes frutales de níspero y albaricoque y unos sutiles recuerdos a avellanas tostadas. Bouquet exquisito aunque de intensidad media-baja (89).

GUSTATIVA: En boca es impetuoso, de gran amplitud y con una enorme cremosidad. Lácteo y untuoso, con mucho cuerpo. Retronasal muy frutal con recuerdos de fruta escarchada, orejones y uvas pasas. De acidez media, muy amable, con un retrogusto maravilloso, dulzón y ligeramente cítrico recordando a los caramelos de limon. Persistencia media, de algo más de dos minutos. En especial triunfó entre las damas (que eran mayoría) ya que ese puntito dulzón lo hacía realmente agradable de beber. Buen Riesling, se ha mantenido muy bien todos estos años. Por su acidez no creo que vaya a más pero si entiendo que puede aguantar en todo lo alto por décadas. Lo iremos siguiendo (93).

La verdad es que estas dos experiencias con blancos viejunos me están empezando a emocionar. Habrá que prestarles más atención ya que he disfrutado como un cosaco.

La RCP la considero excelente. Compré tres botellas de este sensacional Riesling por 12 euros cada una, increíble!

La comida consistió en una ensalada de atún rojo, unas canaillas al eneldo y dorada y lubina al horno según comensales. Este Riesling lo tomamos con los entrantes. Con la ensalada de atún rojo con nueces, naranja y queso fresco de Catí estuvo de órdago. Ese dulzor, las notas de frutos secos y el puntito cítrico maridó perfectamente con esta ensalada. Con las canaillas también acertamos pues el contrapunto salino del marisco y el toque herbáceo del eneldo armonizarón maravillosamente con la cremosidad y el puntito fresco y frutal de nuestro delicioso néctar. Espectacular vino y encantadora velada con mi amada familia. Grandes blancos y enorme disfrute.

Salud-os!!