Fue un no parar

Tenía ganas de visitar este restaurante vasco (cocina guipuzkoana) situado en la calle Marina de Barcelona. Un grupo de amigos organizó una cena y me lo propusiron, con lo que acepté encantado.

El local no siempre abre por las noches: sólo si lo pide un grupo de al menos 10 personas. Nos colocaron en un reservado con vistas/entrada directa a la cocina, sitio correcto sin nada destacado de decoración pero muy cómodo para estar.

El menú era cerrado e incluía todo lo que os voy a contar, incluída alguna cerveza y no pocas botellas de agua.

Para empezar, nada menos que ¡6! entrantes que venían en platos para compartir entre 3 ó 4.

- Gambas rebozadas en gabardina. Buenísimas, una delicadeza de bocado.
- Tortilla de bacalao: no la había probado nunca y la verdad es que gustó pero no fue lo más destacado de la velada. Buen producto, eso sí, el pescado y huevo poco hecho.
- Pulpo a la gallega. Con la tortilla para mi lo más flojillo, aunque eso no quiere decir que no fuera de notable. Le fallaba la patata tal vez.
- Txangurru a la donostiarra. Viene a ser una especie de centollo servido en su armazón hecho con la carne desmenuzada aderezada con salsa. Delicioso.
- Ortigas de mar rebozadas (la sorpresa porque no nos lo esperábamos). De 10 tanto la presentación como la textura como el sabor... sabor a puro mar que se deshacía en la boca. Tenían el aspecto de pequeñas alcachofas fritas. Una vez dimos buena cuenta llegó el dueño Joserra a enseñárnoslas crudas para hacernos ver que si las hubierámos visto así no nos habríamos atrevido a probarlas (parecían unas miniostras con la carne sobre la valva).
- Morcilla de Navarra. Otro 10, la mejor morcilla dicen de España y por ende del mundo. Nada grasienta, más marrón/gris que negra, supertierna, sabor con mucha personalidad sin ser fuerte...

En cuanto a vinos, Txacolí escanciado (me encanta, sus 10.5 grados hace que parezcan la mitad) y un reserva riojano del cual no recuerdo el nombre. Bueno sin ser algo impresionante. Tomamos entre 11 unas 9/10 botellas de ambos...

Pasamos a los platos principales: una gigantesca merluza en salsa verde con ajos laminados por encima cocinada con guindilla. Tiernísima y fresquísima, un plato que ya valdría 12 euros a la carta como mínimo.

Y el plato estrella de la noche: Chuletón de vaca vieja con salsa Maldon. Joserra nos advirtió que lo había tenido que comprar a precio algo más alto y que por eso no habría tanta cantidad pero que si queríamos más podríamos pagar un extra. No hizo falta pues nos trajo como 3 por cada 4 personas. Ya cortado, poco hecho... una delicia acompañada del tinto.

Y faltaban los postres: se podía escoger tarta de Santiago, helado de turrón, Idiazábal con membrillo... como ya llevaba el estómago bastante lleno me decidí por un sorbete de limón al cava servido en copa de flauta. Un buen colofón para acabar con la cena. Y muy bueno para no ser seguramente su especialidad.

Café y chupitos (crema de orujo, pacharán, orujo de hierbas y orujo blanco). Nos dejaron las 4 botellas para que nos sirviéramos a voluntad...

Gran velada y los 50 euros más propina que pagamos eran casi un regalo por todo lo que disfrutamos. Tanto Joserra como el resto de su equipo se portaron superbien con nosotros con ese trato tan cercano (sin ser pesado) que nos hicieron sentirnos supercómodos.

Para repetir una vez al año desde luego... mejor con frío

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