Asiático de calidad

Restaurante oriental ubicado al lado del clásico Zen (este último, por cierto, algo decadente). Ambiente agradable, luz tenue, buena separación de mesas, velita en la nuestra y la típica musiquilla de ambiente de los asiáticos.
Optamos por el menú degustación (30 € sin IVA), compuesto por seis platos, postre y té: dos minirollitos; ensalada de lechugas y cítricos (igualita a la del Zen); dos piezas de sushi; merluza agripicante (igualita a la del Zen); dos piezas de dimp-sung y codillo de cerdo (mi ración bastante más abundante que la de mi acompañante, por cierto). De postre, sorbete de mango. Pedimos té jazmín y té verde. Nos sacaron té jazmín y té rojo. La calidad, obviamente, muy superior a la de cualquier asiático al uso.
La carta de vinos carecía de añadas y, por el tipo de comida, sería preferible más presencia de blancos. Había erratas divertidas del tipo "Coronilla" por "Corolilla". Nos decantamos por un Riesling (20 €), única referencia foránea, que, aunque bueno, resultó bastante bastante afrutado. La camarera, pese a ello y a nuestras caras, no hizo gesto de cambiarlo y nosotros tampoco insistimos. Nos fue sirviendo de la cubitera durante la cena.

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