Estuvimos el sábado 12 de marzo, llegamos a las 10.15 y empezamos a cenar

Estuvimos el sábado 12 de marzo, llegamos a las 10.15 y empezamos a cenar a eso de las 11.30, anteriormente nos habían atiborrado a panecillos.La carta de vinos tardó en llegar puesto que hay un sumellier para toda la sala y estaba lleno. Trajeron el vino 15 minuto antes de la cena, pedimos un Fransola de Torres y más tarde un cava, Bertha, temperatura correcta de ambos. Los platos buenos, bien elaborados,pedimos tres y un postre, la espera entre plato y plato pelín larga, salimos a 150 por pareja. Hace falta mejorar el servicio, ganarían mucho. El local es precioso, vale la pena cenar allí solo por verlo, por lo demás, satisfecha, pero no creo que vuelva.

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