Como hemos hecho otras veces, fuimos a cenar a este restaurante. Y, como siempre nos gusto la comida, la relacion calida precio y la atención del personal. Ahora bien, lo que no nos gusto para nada fue la mesa que nos tocó. Increible, nos toco una mesa de merendero de la playita, o de bar de batalla que mas que pedirme una botellita de vino me dieron ganas de pedirme una sangria, una morros y bravas y un chivito!!. Y por no hablar de la silla acorde con dicho mobiliario, menudo dolor de riñones. Entre eso, y que no nos sacaron el entrante que suelen sacar al principio,no acabamos muy contentos. Por favor, que lo cambien.
Un saludo.