Bar-Tienda-Estanco que merece la pena visitar

Una rehabilitación muy correcta de un negocio familiar hacen de este local regentado por la tercera generación un sitio que merece la pena visitar.

Sin dejar al margen lo pintoresco de encontrar en la misma fachada la tienda, el estanco (también, desde hace poco, unos apartamentos rurales) y el chigre (que es como se conoce en Asturias al bar), la sensación principal que uno tiene cuando entra en el local es la de que va a comer bien y que lo van a atender bien: y no defrauda.

En el tránsito de la pequeña tienda de comestibles (aggiornata con sensatez) hacia el exiguo comedor ya comienzan a sentirse los aromas de una cocina de toda la vida, de esas de mimo y lentitud.

Nos habíamos juntado para comer un domingo 8 buenos amigos entre nosotros y de la buena cocina, así que pedimos que el propietario (y jefe de sala) nos asesorase para hacer un recorrido por la carta, a lo cual se prestó sin inconveniente alguno.

Elegimos, éso sí, los vinos: de una carta corta pero llena de referencias de mucho interés y a precios muy moderados, decidimos tomar, secuencialmente...

- Llanos de Cumal 2008
- Borsao Tres Picos 2010
- L'Equilibrista 2010

... tres riquísimos vinos que acompañaron perfectamente los diversos tramos culinarios que fueron viniendo.

Y la comida:

- un pastel de puerros, servido tibio (perfecto) y acompañado de una suave espuma de alioli, muy agradable y delicado
- unos elegantes lomos desespinados de sardina con tomatitos secos rehidratados en aceite de oliva, frescos y balsámicos (hierbas provenzales en el tomate)
- unas croquetas de compangu ricas de sabor (toda la chacinería se elabora en la propia casa), aunque con una bechamel un tanto tosca
- la gran estrella del día: un arroz con pitu caleya sorprendente, para el cual la cocinera usa grano de la variedad Carnaroli, lo cual produce un arroz algo más meloso y dulzón de lo habitual, con un punto de cocción extraordinario y al que la carne del animal acompaña a la perfección, en trozos jugosos bien impregnados de los sabores del guiso; una delicia entre lo tradicional y lo innovador
- para acabar la parte salada, rollo de carne relleno, correcto y con una salsa suculenta
- de postre, unos 'borrachinos' (una especie de quenelles de pan migado en leche con aroma de canela y limón, rebozada, frita y luego inmersa en vino blanco) muy apetitosos y no excesivamente dulces, una leche 'presa' (especie de cuajada servida con miel al gusto) de sabor muy peculiar, y una frivolité titulada 'átomos de chocolate' cuyo mayor mérito consistía en la procedencia de la excelente materia prima (ValRhona).
- café de pota (manga, para los no iniciados) como colofón

Una agradable experiencia que recomiendo a quien quiera dejarse caer por el entorno del Cabo de Peñas, en cuya mariña se encuentra enclavada esta casa de comidas.

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