Este es un restaurante, que esta magnificamente ubicado, en medio de las Ramblas, con muchos ventanales, y bien decorado. Con una buena y surtida bodega vista.
Por otro lado, la carta, la encontre escueta y un poco simple, no muy acorde al local.
Pedímos, una coca de verduras y sardinas para compartir; luego un magret de pato al Pedro Ximenez y un entrecot con berenjenas y queso de cabra. La comida no fue nada del otro mundo, ni fu ni fa; me esperaba más, y las raciones son realmente escasas. Los postres fueron decentes, un coulant de chocolate, y una copa de sorbete de menta con geleé de lima.
Para beber, vino de la casa, un Vallformosa blanco, correcto.
Dudo, que vuelva a este restaurante. El servicio era lento y poco atento.
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