Estábamos quedándonos a pocos metros de este restaurante, así que entramos a ver qué tal y casi lo tomamos como tienda de vinos. Me explico: la carta de vinos, bastante amplia, tiene unos precios que para éste visitante venido de las colonias (hi, Gastro) son excelentes, mejores que en el par de tiendas que pudimos visitar. El lugar, para ser sinceros, no nos pareció especialmente remarcable. La comida es correcta, pero de calidad media, así como los precios, lo cual no le quita ser un buen sitio a elegir para una comida de fin de semana. Lo mejor, quizá, en el postre, con un "Volcán de chocolate negro" equilibrado y nada dulzón.

En cuanto al servicio del vino, lo sirven a temperatura correcta y lo decanta a petición, pero la cristalería es mejorable y no hubo seguimiento. No tuvimos atisbo de ningún sumiller, lo cual hizo mayor nuestra sorpresa frente a la selección de vinos y sus excelentes precios. Le pongo un 4 por esto último.

Restaurante abierto hace poco más de un mes. Está emplazado sobre el mismo lugar en que había un tradicional restaurante. Ahora lo lleva el mismo equipo que el del restaurante L’Oliana. Bonito entorno de diseño, en tres plantas diferentes, lleno a rebosar un domingo a medio día. Aquí se ofrece una buena cocina catalana y de mercado tradicional, bien elaborada y a buen precio. Carta de vinos bastante amplia. Cristaleria simplemente correcta. Deja muy buen recuerdo la visita. Precio por persona: 26 euros sin vino.