Fins sempre

Era seguramente la duodécima ocasión que visitaba El Bulli. La primera visita se remonta al año 1989, con 20 años, cuando no reservábamos mesa sino restaurante, ya que en mas de una ocasión estábamos solos en la sala con Juli merodeando nerviosamente la sala siempre con el pitillo en la boca y Ferran asomando la cabeza.
No voy a aburrir con el listado de excelencias perfectamente detalladas en comentarios anteriores. No los voy a asimilar en años, ya que aun hoy no he asimilado ni la primera vez que comí allí (recuerdo un erizo gratinado). Solo destacar que, después de muchos años, hemos podido recuperar el placer de un invierno en El Bulli con sus platos de caza (malditos los años perdidos)... esa fantástica liebre.
Me limito a dejar constancia de la última, y como siempre excelente y mágica noche en el mejor espectáculo del mundo. Dejemos ya de hablar de un restaurante. No hay comparación posible en el mundo (al menos el mundo que yo conozco). Lluís Garcia me dijo que nuestra mesa estuvo a punto de ser la única de la temporada en terminar esa obra maestra que es la caja de mar dulce. La verdad es que nos presentamos decididos ha si hacia falta morir comiendo y disfrutando. Casi lo conseguimos.
Bajamos a Roses en dirección al Intermezzo a terminar la velada con un par de copas casi llorando, pensando que era la última vez y que aquello que tanta felicidad nos ha dado en vida se convertirá en breve en -perdón- un maldito museo. Des de aquel día nuestras vidas pasaran a formar parte de un museo. ¡Que jodido!
Hasta siempre.

  • Balón de gorgonzola

    Balón de gorgonzola

  • fantástico blinis con St. Felicien y trufa

    fantástico blinis con St. Felicien y trufa

  • Caviar evidentemente falso

    Caviar evidentemente falso

Recomendado por 3 usuarios
  1. #1

    Jeronimo

    Cierto

  2. #2

    Xeftom

    Yo tambien he vivido el antes y el despues del Bulli... Y aunque, ahora es una fábrica de sueños, siempre me quedará en la memoria mi primera experiencia, cuando podia ir a comer en bañador y chanclas junto a mis padres y abuelos, desde cala Montjoi sin reservar, y sentarme en la terraza junto a la ventana. Nos traian los platos dentro de una campana de plata, recuerdo con cariño, una excelente brocheta de hojaldre y foie. Y su sorprendente carro de postres, lleno de tartas y unas lecheras de cobre que en su interior contenian distintos helados y sorbetes caseros....

    El año pasado regresé al Bulli(con mucha fortuna), despues de 18 años, y reviví grandes momentos (ahora el padre era yo, acompañado de mi señora), fue otra experiencia única y memorable.
    Hasta siempre Bulli, gracias por los impagables momentos y recuerdos...

  3. #3

    Chianticlassico

    Yo puedo decir que estuve allí, esa misma fria noche de casi invierno, sentado ante aquella sublime caja de mar dulce, que poco a poco menguaba de contenido maridando en mis más adentros con aquel primer cru de Hospices de Beaune del 2002, en formato magnum, que tan bien acompañó la inasimilable sinfonía de platos, sabores, texturas, olores, sensaciones, placeres en suma a cuál más sublime. Y al acabar, de madrugada, bajo el cielo de luna clara y estrellas que recortaba las siluetas de la tierra que entra en el mar, en la orilla de Montjoi tocar el agua, oler el paisaje de pinos y arbustos mediterraneos, inspirar el aire fresco y, antes de bajar hacia Roses, tener plena conciencia de haber vivido un momento único.
    Hasta siempre!

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