Bueno y especial

He de reconocer, que antes de acudir a este restaurante me habían advertido que es especial, con carta de platos y vinos de viva voz y quizás por ello, ciertos detalles no me resultaron muy extraños.

Comida del mediodía de un viernes, dos comensales tras reserva previa, nos dirigimos a este restaurante, localizado en la población de Morales de Toro junto a la antigua carretera, con aspecto exterior agradable y con aparcamiento muy fácil.

De los tres comedores que el restaurante dispone (sólo puede visitar dos) nos acomodamos en el primero tras pasar la barra, tras comprobar que no daban ningún valor a la reservas, nos dieron varias opción a escoger entre las mesas libres, mesa amplia, vestida con impolutos manteles y servilletas blancos, con buenas vajilla, cubertería y coperia.

La sala tiene una decoración difícil de precisar en un estilo, con suelo de madera, paredes en colores cálidos, que se alternan con ladrillos vistos, piedras antiguas, utensilios de madera, antigua radio, etc.

No nos presentan ni carta de platos, ni de vinos.

De platos solicitamos lo que previamente nos habían aconsejado, como digamos especialidades “imprescindibles de la casa”:

Fueron tres platos y el postre a compartir entre los dos comensales

Boletus edulis, con un revuelto especial con huevo encima presentado, realizado prácticamente el último toque en la misma mesa por la camarera, que resultaron quizás de los mejores que recuerdo. Sobresaliente

Pastel de manzana con foie y una reducción de Oporto: muy lograda, sorprendente, notable muy alto.

Chuleta de carne vieja, presentada en un plato refractario al centro, todo sabor la carne y con muy buen punto. Y como detalle el fileteado era más grueso del habitual. Dicho plato se acompaña de otro adjunto con patatas fritas, con un corte laminado ligeramente grueso, fritas recién y con una calidad de patatas muy bueno.

De postre: tarta “helada de la casa” de almendra (había también de avellana y chocolate): se notaba perfectamente la mano casera.

Dos detalles.
- Se cambiaron tras cada plato presentado al centro de la mesa, nuestros platos y los correspondientes cubiertos.
- El cocinero acudió en dos ocasiones a nuestra mesa, a solicitar nuestras opiniones respecto a los platos, pero sin tener una larga conversación.

Como comenté en un principio, no se presentaron carta de vinos (al final de la comida fui invitado a visitar la bodega que está adjunta a un segundo comedor, la cual disponía de numerosos posibilidades de elección, sobre todo de la denominación de origen de Toro)
El servicio al inicio de la comida, sino aun haber solicitado un plato, me ofreció de beber Almirez 2008, y como esta bodega de Eguren estaba en mi mente, nos decidimos por este vino sin dejar proponer más opciones, resultando el mismo muy agradable.

Dos cafés y agua completaron la comida, siendo el precio total de 88.40 euros, correspondiendo al vino 20 €.

Mi sensación al final, fue de ser un restaurante ciertamente especial en varios aspectos, con muy buenos precios y al menos los cuatro platos que hemos probado, de un nivel muy alto.

Buena despedida.

Sin vino 34 por persona

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