Después de una comida “dura” y de una tarde intentando bajarla a base de gintonics, un generoso hermanico nos invitó a cenar en este restaurante de nueva creación, en la urbanización de Montacanal.
Un lugar curioso, pues la planta baja es tienda gourmet de comida para llevar y la planta alta, en la que está la sala del restaurante El Gabán, está discretamente comunicada con otra de diferente estilo de otro restaurante del mismo propietario.
El Gabán me recordó a restaurantes montañeses, pirenaicos, con esa combinación de columnas de pizarra marronácea, suelo de madera muy oscuro, botelleros y estantes de madera clara, sillas modernas… Un lugar muy acogedor, se encuentra uno a gustito aquí.
La cocina es de mercado, con toquecillo, bien presentada.
Tomamos, todo para el centro:
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• Caracoles a la plancha.
• Pulpo a la brasa con guarnición.
• Chipirones a la parrilla con cebolla confitada y su ali-oli.
• Daditos de solomillo con ajetes, soja y virutas de foie.
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Buen producto y bien trabajado: los caracoles, servidos en “la llauna”, hasta arrrrrrrrriba de plantas aromáticas, muy ricos; el pulpo, braseado, destacando por su sabor y textura; los chipirones quizás fue el plato más flojo, muy bien cocinados pero no era el mejor chipirón; y para cerrar, el solomillo, tierno, jugoso y sabroso, potenciado sobre todo por el ajo (a mi gusto el foie sobraba).
Cenamos perfectamente acompañados por Agustí Torelló Mata Gran Reserva Brut Nature (el otro hermano, menos burbujil, tomó un blanco aragonés... que le ayudamos a terminar y del que no logro recordar el nombre). El vino tratado correctamente y servido en buenas copas.
Servicio profesional, cercano pero dando la distancia oportuna.
Cerramos con un gin tonic muy bien puesto por Sergio (quien ya nos había servido alguno esa misma tarde en la barra que también tiene este complejo en la zona de abajo del restaurante contiguo) de gin 6 o'clock - tónica Ledger's & Licorice (regaliz) - ralladitas de haba Tonka. Un buen postre.
Aconsejable, más aún si vives en Montecanal.