Muchos años hacía que no habíamos estado en El Motel, todo sigue igual con su sobrio y clásico comedor, con la buena atención en el recibimiento, con la profesionalidad del servicio, con las grandes bandejas que salen de la cocina para hacer llegar los platos a las mesas, en fin todo este clasicismo que los que tenemos una cierta edad y mucho vuelo gastronómico tantas veces hemos echado de menos.
Después de todos los comentarios publicados por Joan Thomas es imposible añadir algo más, así que pasaré directamente a describir el menú EL PAIS DELS CUINERS que sirve de colofón a la exposición que se muestra en el Museu del Empordà que recoge la historia de los últimos 50 años de la gastronomía del Alt Empordà.
Es un menú cerrado que incluye agua, vino, postre y café, a destacar que cada plato se acompaña con un vino distinto.
Como pre aperitivo nos sirvieron un pincho para cada uno de aceitunas cubiertas con gelatina de vermut, el aperitivo principal consistió en guacamole de finísima textura y un ligero toque de ajo.
Como primeros nos sirvieron rebozuelos y piñones de pino con calamar de potera e hinojo, un plato redondo tanto los rebozuelos como el calamar en el justo punto de cocción y los piñones excelentes del país, no de los que se importan de china que ni tienen sabor, muchísimo más baratos y que solo se utilizan para rebajar el escandallo del plato. El plato maridó con una copa de Giró del Gorner, xarel-lo de la D.O Penedés
De segundo pargo con acompañamiento de carpaccio de calabacin de verano y crema también de calabacín con un ligero toque de menta fresca , excelente pescado y buenísimo el calabacin y su crema acompañado de una copa de la VDP des Côtes Catalanes blanco con crianza con variedades de Macabeo y Moscatel de grano pequeño L’Esprit de l’Horizon.
El plato de carne que seguía era conejo relleno de sanfaina y butifarra de perol, mi mujer que al conejo no lo puede ni verlo pidió si podían cambiarle el plato por cualquier otro, el jefe de sala no puso ningún reparo y le propuso un guiso de calamar con albóndigas, si el conejo estaba bueno el guiso de calamar estaba superior y las albóndigas de matrícula de honor, yo acompañé el conejo con una copa de Il Piccolo tinto elaborado en la localidad de Rabós d’Empordà y acogido a la D.O. Empordà y mi mujer prefirió seguir con el blanco que nos sirvieron con el plato anterior.
De postre melocotón de viña y sorbete de albahaca
Tres tipos distintos de pan, una botella de agua de Vilajuïga de un litro y dos cafés.
El chef Jaume Subirós salió a saludar y comentamos brevemente el excelente nivel de su cocina que sobrevive a las modas pasajeras.
Un menú excepcional con un precio insuperable, prometo volver más pronto que tarde y me arrepiento de haber estado tantos años sin sentarme en las butacas del comedor principal.