Una taberna de altos vuelos

Sorprende esta taberna.

En primer lugar por el trato tan cordial y educado -nada tabernario- con el que recibe el personal de la sala, liderado por Damián, el copropietario junto con su esposa Viviana (la responsable de los fogones).

En segundo lugar, porque a pesar de sus reducidas dimensiones y de un 'atrezzo' originariamente tabernario que incluye una pequeña pero concurrida barra, no dejan de verse y sentirse constantes detalles de buen gusto: mantelería en buen estado, vajilla variada con piezas clásicas y modernas que se adaptan al estilo de lo que se sirve en ellas, cristalería de Riedel para los vinos, agradable cubertería que incluye unas incisivas 'facas' para las carnes... todo ello en un ambiente sin humos ni olores, correctamente atemperado, y sin la maldita y vociferante TV con su omnipresente fútbol, que son sustituidos por un agradable fondo musical que permite mantener el tono de la conversación humana en umbrales impropios de nuestras latitudes.

Aún no habíamos empezado a comer, pero todo lo previo constituye una agradable sorpresa, como decía al principio.

La carta de vinos es variada y también inusual: una lista ecléctica que no dejará indiferente a ningún buen 'libador', con precios realmente contenidos... sobre todo cuanto más alto se apunta. En esta ocasión tomamos Almirez, un corpulento y sabroso tinto de la D. O. Toro que se acopló muy bien al menú elegido.

Nos ofrecieron 4 variedades de pan (trigo, integral, maíz y con olivas negras) que vamos probando a lo largo de la cena y resultan un muy grato acompañante. También disponen de pan sin gluten.

Tras la elección de los platos, nos obsequian con un sabroso aperitivo: un vasito de espuma de coliflor con aceite de pimentón.

Compartimos 2 entrantes: un delicioso 'steak tartare' (receta casi en el olvido gastronómico, que aquí ejecutan con maestría) acompañado de un quinteto de mostazas (una de las cuales, en forma de helado, ayuda a dejar limpia y fresca la boca para el siguiente bocado) sobre una pizarra; y unas setas silvestres (su disponibilidad varía con el mercado: nos pusieron pie azul, lengua de vaca, angula de monte y rebozuelo) con perfecto punto de plancha.

Continuamos con pescados: mi pareja tomó unos lomos (desespinados) de salmonete con un 'falso risotto' (suculenta guarnición, hecha en realidad con granos de trigo tierno) y yo unos medallones de mero (que hacían honor al refrán castizo) con un suave 'parmentier' de patata: el punto de cocción de los dos pescados (algo que se demanda al cliente en la toma de la comanda) se avino a nuestros deseos de textura poco hecha.

Compartimos con placer, como postre, un sorprendente 'coulant' de avellanas con helado de café.

Para terminar, buen café ('Stracto') y una gran selección de licores entre los que destaca la variedad de ginebras y tónicas y el buen tino para combinarlas.

En resumen, hoy por hoy una dirección imprescindible para quien desee comer bien y sentirse a gusto en Gijón.

  1. #1

    jacomur

    Bienvenido a Verema, vecino. Te felicito por el comentario. Le tendremos en cuenta cuando vayamos al Capítulo de la Cofradía del Oricio.

  2. #2

    Hambrebuena

    Bienvenido al foro! Muy buen comentario.

    Un saludo.

  3. #3

    Likifumei

    en respuesta a jacomur
    Ver mensaje de jacomur

    Muchas gracias: estoy convencido de que no te (os) defraudará.

  4. #4

    Likifumei

    en respuesta a Hambrebuena
    Ver mensaje de Hambrebuena

    Muchas gracias por ambas cosas... ;-)

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