Me riñen con razón

Bueno, el título se entiende al final, asi que paciencia. Me sabe mal no ver más reseñas de este restaurante que la mía, así como que a grandes rasgos, aunque con algún matiz, la he de repetir.

Esta vez, terminando nuestro viaje familiar, fui con mi esposa e hijo, a los que había hablado mucho de Joan Gatell y luego de este sitio. Y no quedaron defraudados. Sigue siendo un sitio muy acogedor; habíamos reservado en la terraza pero por el tiempo tan desapacible que hacía, Joan y Antonio ya nos habían ubicado en el interior, en una mesa con magnificas vistas. La distribución interior con dos comedores es muy amplia y con una comodidad que se agradece, tanto en la distancia entre mesas como en las dimensiones de estas. Vaya por delante que, aunque hacía más de un año que no aparecía por allí (si viviese más cerca....)me acogieron con la misma cortesía y calor que siempre.

Llegamos los primeros (a las 12:50) pero luego se fue llenando por completo, y el servicio de las mesas tanto en las comandas como en los pequeños detalles (pan, bebida, retirada de platos) se percibe igual todo el tiempo.

A lo que vamos: dos cañas y agua; seis ostras gallegas sublimes (Joan me dijo que se trataba de un nuevo proveedor muy recomendado y la verdad, le dije que acertaba; realmente frescas, grandes y sabrosas) servidas, para el que lo gusta, con limón, pimienta, mantequilla y pan tostadito. Dos de sopa de pescado, la de siempre, la magnífica, y unos calamares romana para la criatura, que nos dejó probar y que tenían lo que han de tener: calamar muy fresco y rebozado sin un ápice de aceite, crujiente. Luego, una dorada al limón, ración grande con guarnición y una de rape rebozado que, por gentileza de Joan, se convirtió en dos de rape con unos calçots en tempura de guarnición. De llorar.
Aquí ya pensaba escapar al café y el pacharán, ya que había que conducir, cuando nos aparecen Antonio, Joan y una señorita con tres bandejas de tartas y dulces caseros que nos exhiben sin decir nada. No he visto en mi vida coacción tan sutil y amable como letal: una de tarta tatin, otra de tarta sächer y hojaldre con piñones y crema pastelera para el que suscribe.

Ahora sí: dos cafés un cortado y copita de Baines.

He dejado aparte el cava porque pretendí repetir con el Juve Camps Millèssime, pero Antonio, que es un 10, me ofreció mejor un Freixenet, si señor: Freixenet. Pero Cuveè DS (Dolores Sala) de 2007, que es una reserva especial y familiar realmente espectacular. Como le dije, conociéndole, tomo lo que me ponga.

En fin, una comida muy agradable en todo, una atención espléndida, que aunque valoro que conmigo son muy cercanos por los antecedentes, veo que el trato es igualmente amable y acertado con todas las otras mesas. Gracias Joan y Antonio.

PS: lo del título, que abunda en la sinceridad de Antonio. Yo soy muy de piñón fijo y si en un sitio como cinco cosas buenas, siempre repito. Me despidió con un abrazo y me dijo:"Hay que probar otras cosas" Viniendo de él, lo tomo como una regañina, pero como todas las regañinas cariñosas que nos han dado: "es por tu bien".

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