“Hola, soy Jansolo y soy adicto al Steak Tartar”. Esta frase, que bien podría escenificar la iniciación de un adicto en un grupo de apoyo, resume perfectamente mi estado de ánimo tras esta visita al Celler.
Tras la inesperada y agradable sorpresa de la visita anterior, todavía no habíamos tenido oportunidad de ajustar la cuenta que teníamos pendiente y la espera empezaba a resultar irritante. Un bautizo, una boda, y un proyecto más tarde volvemos a disponer de un fin de semana de libertad y, por fin, podemos reservar mesa.
Aviso a navegantes: al llamar anuncié retóricamente que iba a pedir el Steak Tartar y me contestaron “has hecho muy bien en avisar porque el Steak ahora es por encargo”. Menos mal que era retórico, porque si no menudo chasco. Llega el sábado a mediodía y, previo paseo por el Carmen para llegar con puntualidad británica, a las 14:00 llamamos al timbre. Nos reciben, confirman la reserva y nos acomodan en la mesa de la esquina al fondo.
Pablo nos atiende profesional y amable como siempre, toma nota de la comanda y para el vino nos deja en manos de Luca. Le pedimos que nos aconseje algo diferente para acompañar el Steak. Se marcha abajo a la bodega y al momento aparece con un botella de Táganan. Nos explica que se trata de un vino canario, del norte de Tenerife, de unos viñedos pequeños de producción limitada y difícil de encontrar habitualmente. En mi modesta opinión me pareció un vino excelente, muy suave y que cumplió con creces las expectativas. Si encima le sumas un buen precio, la fiesta ya está servida. Parafraseando un conocido anuncio: “Vino tinto canario, 25€. Disfrutar de un buen vino que desconocías absolutamente por la mañana al levantarte, no tiene precio. Para todo lo demás Mastercard.”
Pasando ya a la parte sólida, como aperitivo de la casa nos sirven una crema de maíz, con albóndiga de bacalao y codium. Mezcla interesante y acertada. El entrante elegido fue el pulpo con patata, txistorra y espuma de salsa mery. Destacable la combinación de la txistorra y el pulpo con la patata. Como principales, para ella un solomillo a la brasa al punto que estaba “mantequilla” y para mí el steak tartar.
Mientras disfrutamos del entrante, traen el “chiringuito”. Solamente la preparación previa ante el comensal ya constituye una delicia e induce a un buen salivado, totalmente necesario antes de proseguir. A continuación Pablo pregunta:
-“ ¿Cómo lo quieres, normal, suave, valiente...?”
- “Hombre pues,….., valiente pero no suicida”
Una vez servido, la mezcla del vino y el steak tartar deviene simplemente soberbia. Seguramente existirán platos más exquisitos, más refinados o incluso más innovadores, pero sin duda este es mi nirvana particular. Unos minutos más tarde se ha terminado la chicha pero no el vino, así que para el postre decido “afrancesarme” y me traen un variadito de quesos muy apañado. Mi acompañante optó por un postre tradicional de Xativa, el arnadí, que desconocíamos pero que nos sorprendió gratamente. Un café destacable concluyó la visita.
Entrantes y vino
1.- Crema de maíz, con albóndiga de bacalao y codium
2.- Pulpo con patata, txistorra y espuma de salsa mery
3.- Táganan.
Steak Tartar
4A.- Preparación Steak Tartar
4B.- Steak Tartar, servicio
4C.- Tostadas de acompañamiento
Solomillo, quesos y postre
5A.- Solomillo a la brasa, presentación
5B.- Solomillo a la brasa, detalle
6.- Quesos
7.- Arnadí
No sé lo que tiene este plato para despertar en mí un instinto carnívoro desaforado, como si de Hannibal Lecter se tratara. Puedo rumiar toneladas y toneladas de endivia, brócoli y/o demás verdes conocidos, pero tras un simple bocado de Steak pierdo los papeles. No me van las medias tintas, la carne cuanto más roja y más cruda, mejor. Por lo visto lo de omnívoro debe ser solo para disimular, entre momentos carnívoros.
Salimos pensando en la próxima visita y una célebre cita me viene a la mente:
- “Buenas noches, Clarice”… jejeje