No resulta nada fácil hacer un menú que acompañe a 11 vinos singulares. En esta cata especial extendida del grupo de Catas Valencia se buscaba una cena que no restara protagonismo a una variada selección de vinos del mundo. Comenzando por un sekt rosado, un monovarietal de meunier de Henine Saur y un aperitivo realmente atractivo, la picada de erizo y su coral, un plato de carácter marino extremo si bien los sabores iodados se atemperaban con la salsa que acompañaba a los "entresijos" del erizo. A parti de ahí llegaron la Ensalada de tomate con conserva casera de bonito, materia prima presentada con extremo respeto a sus componentes; las Láminas de presa ibérica con mostaza de altramuces y cacahuetes, una especie de carpaccio, con excepcional textura y enorme sabor; las Casarecce con lardo di Colonnata y Parmesano; si, un plato de pasta sobre el que el propio Luca mostró sus prevenciones... no las comparto, para mi un plato excepcional lleno de sabor y autenticidad. La Merluza con “faves”, para mi el protagonismo fuera para las habas y eso que la finura de la merluza y su punto perfecto de cocción eran esenciales para el equilibrio del plato. El postre fue un guiño a los postres locales, la versión del arnadí del Tossal: Nuestro arnadí. Excelente. Toto esto con un ritmo perfecto de servicio y con los vinos llegando en la mesa en el momento justo y a la temperatura perfecta... uno tras otro:
Tras el Sekt el Grüner Veltliner de Nikolaihof, un magnífico elaborador austriaco. Seguido del feinherb de Selbach-Oster, un riesling semidulce muy atractivo y de unas atractivas pinot noir, por el lado de Borgoña el Albert Morot 1er Cru Les Toussaints y por el de Rheinhessen el Sander. Complicado y diferente el teroldego de Foradori. Con carácter y personalidad la garnacha 7 Pulgadas de Cebreros de RuBoR. Desconcertante el Domaine de l'Ecu Expression d’Orthogneiss, un Loire con cierto carácter goloso. Interesantísimo y con personaldiad del Cuvée Sacha de Puffeney, un Jura con raza. Seductor el Zeltinger Himmelreich Auslese de Selbach-Oster, una riesling adictiva y una delicia el blanc de blancs de Marcel Moineaux.
Sobre todo reivindicar esa cocina menos mediática pero con nivel estratosférico que ofrecen restaurantes como este.
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