Tantas ganas que tenía de visitar el Celler de Can Roca... y, al final,

Tantas ganas que tenía de visitar el Celler de Can Roca... y, al final, una decepción. Todo increíble, el servicio, la cristalería, la vajilla, la cubertería, la carta de vinos.., todo excepto la cocina. Lo único que tenía un nivel fuera de lo común eran los postres, el resto era muy correcto, aunque, a mi parecer, no brillante. Escogimos el menú degustación (5 platos y 2 postres). Los tres platos entrantes no nos entusiasmaron especialmente; sí que lo hicieron los dos platos "principales", de pescado y carne. Con todo, la ración de una lubina deliciosa se limitaba, literalmente, a un filete de un dedo de grosor. También faltó la plasmación, en alguno de los cinco platos, de alguna de las invenciones técnicas que Joan Roca va prodigando por ahí: como, por ejemplo, su uso imaginativo del humo o el destilado de tierra. Todo esto me hubiera gustado poder decírselo personalmente, aunque no tuvimos la oportunidad de poder conversar con él.

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