Cocina de una técnica depurada, pero con alma y sentido común. El menú

Cocina de una técnica depurada, pero con alma y sentido común. El menú degustación con maridaje, una gran experiencia. En la parte sólida destacaron el turrón de foie con trufa, la carrillera de cordero y los dos postres (la adaptación de Eternity y el biscuit de toffe con chocolate y helado de Venerable). Están experimentando con nuevas texturas y procesos de producción. Esperemos que lo sigan haciendo con el sentido común demostrado hasta ahora.
En la parte líquida, de las 7 marcas, destacaron los 3 riesling y un Cain Five 2001 del Napa Valley con innumerables matices y una persistencia infinita.
Supervisado por un atentísimo Josep Roca (además, gran sumiller, el servicio se mostró con ganas de agradar, pero algo acelerado.
Desgraciadamente el gran handicap del Celler y que impidió completar una "experiencia religiosa" es el "pisito" en el que está ubicado. Las mesas carecen de la más mínima intimidad y casi tropiezan con la zona de entrada o el pasillo. No es digno de esta cocina de altos vuelos.

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