Experiencia al alcance de todos

El sábado fuimos a comer 3 amigos. No teníamos mucha hambre, puesto que habíamos desayunado un buen chocolate con churros en una de las chocolaterías más típicas de Madrid. Así que tras unos 20 minutos de fila nos dispusimos a que nos recomendasen.

Lo primero con lo que te dejan con la boca abierta es con la indumentaria y la decoración. Pero en cuando giras la cabeza a la izquierda, ves una zona de cocktails con una vuelta de tuerca más. Recipientes diferentes, limones semi-deshidratados y unas recetas totalmente novedosas.

En cuanto al vino, no hay una carta excesivamente larga pero sí de calidad y diferente. Nosotros elegimos un riesling alsaciano correcto. Para mí le faltaba cuerpo pero de aromas y sabores no andaba corto.

Pedimos Lasaña de vaca vieja, ancas de rana en pesto-curry, dumpling y raya. Los dos primeros platos son unos platazos. Si volviese repetiría. El dumpling muy bueno pero caro para el tamaño y la raya es complicada de comer debido a los cartílagos que tiene y que al comerla con pan de gambas, no resulta cómodo.

Me quedé con ganas de probar los otros platos, sobre todo el civet de liebre y la "Laksa" con carabineros.

Si tengo oportunidad, volveré!

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