Por fin volví

Me prometí volver a este restaurante coreano hace tiempo y aun no había tenido ocasión de hacerlo. Sigue con ese atmósfera tan especial, alejada de la decoración china pero sin renunciar a sus raíces asiáticas. Lo único malo, las incómodas sillas que siguen haciéndote sufrir. Me gusta sin embargo la colección de fotografías expuestas que, si mal no recuerdo, son obra del propietario del local.
La cocina me parece de una muy buena calidad y, ante todo, original y arraigada en Corea, con lo que puedes disfrutar de estos platos típicos de su cultura gastronómica milenaria. A destacar unos noodles fríos que nos arriesgamos a pedir y nos encantaron, una ensalada con ternera picante y la cocina al vapor.
El tema del vino no creo que mejore, sigue estando en un discreto segundo plano, con unas copas muy mejorables y una carta anacrónica que se debería revisar mínimamente.

Aun así, es un restaurante que no se puede dejar de visitar si te gusta la cocina asiática, pues se notan claramente tanto las diferencias como las similitudes de estos platos con los de otras regiones orientales, además de ser ligera en aceites fritos.

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