La primera vez fui por una recomendación. He vuelto y me gustaría volver. Aunque es un local pequeño y bastante ruidoso y la decoración es casi inexistente, la fama ultra-barcelonina de este restaurante está basada exclusivamente en la calidad de sus platos. De acuerdo, un entorno tranquilo y agradable contribuyen a que la delectación de otros sentidos sea más fácil. Sin embargo es de agradecer que el ambiente sin pretensiones y el trajín de la cocina nos trasladen en cierto modo a alguna taberna del mismísimo Japón ;-)
Todo el sashimi está buenísimo, pero obligado el niguiri de Anguila!! La carta de vinos corta, pero adecuada.
Nos encantó.
Visitado el Enero de 2013
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