Ese día había que estar en Zaragoza, era un día decisivo para el futuro de la gastronomía mundial, y yo, un simple zampabollos, por los azares del destino me había convertido en uno de los “elegidos”.
El resto de los “elegidos” ya estaba en Zaragoza, habían llegado con tiempo, ansiosos porque llegaba la hora de desempeñar su cometido en el crucial acontecimiento que se estaba gestando ese día en la capital maña.
En pleno desierto de Los Monegros y próximo ya al desfallecimiento, divisé el oasis de Bujaraloz, donde paré para reponer fuerzas y seguir camino hacia mi cita con el destino.
Bujaraloz, donde recuerdo haber parado en varias ocasiones hace muchos años, antes de construirse la autopista, (una pena ver cómo han quedado algunos de estos pueblos que prácticamente vivían de la carretera), me dirigí después de dar una ojeada rápida al restaurante que me pareció más adecuado La Parrilla Monegros II
Me ofrecieron el Menú del día a 16.50€ que me pareció interesante y del que entre varios primeros, segundos y postres me decanté por:
Seguido de:
De postre:
Y:
Servicio atento, rápido y eficaz.
Muy buena opción si vas de paso y no quieres perder mucho tiempo entrando a Zaragoza.
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