Tras muchos años cocinando en El Perellonet, Eusebio decidió ampliar su oferta y llevar su cocina también allá donde tenían su primera residencia la mayoría de sus clientes: Valencia capital. Y lo hizo en Patraix, muy cerquita del Hospital Doctor Peset.
Ni la calle (Almácera) ni la entrada dicen mucho, no parece que… Pero en cuanto traspasas la cancela, te envuelve una atmósfera fresca, positiva, marinera. Es como si una vocecilla te dijera, “aquí hay que pedir pescado, aquí hay que pedir pescado”.
El suelo de madera oscuro, como las sillas, destaca por contraste la impoluta blancura de paredes y manteles. Grandes ventanales, sabiamente protegidos de miradas indiscretas pero permitiendo la entrada de esa maravillosa luz valenciana, contribuyen a lograr esa acusada luminosidad despojada de calores.
Este es de los sitios en los que hay que ponerse en manos del servicio de sala y que te recomienden y te saquen lo que quieran. En este caso es el propio Eusebio quien toma la comanda. “Pues les voy a sacar…" Como me gusta esa frase cuando la escuchas con oídos confiados. Confianza que hay que ganársela, y Eusebio sabe que se la ha ganado después de tantos años y actúa en consecuencia. Yo no lo conocía hasta ese momento pero… Saque, saque lo que usted crea, indicó mi compañero de mesa, quién me había traído a este lugar. “Te voy a invitar a comer una buena lubina”, me había dicho unos días antes.
Y esto fue lo que nos sacó Eusebio:
• Ensalada de atún y pimientos rojos
• Sepionets salteados con ajos tiernos
• Ventresca de atún a la plancha
• Lubina salvaje a la espalda
Frescura, calidad y oficio en cocina, cocina tradicional de mercado. Todo estaba riquísimo y hecho en el punto adecuado. Los sepionets, de locura, cómo me gustan. La ventresca, con ese tacto sublime que a muchos repele cuando se hace lo que se tiene que hacer: poco. Y la lubina, la protagonista del día, tremenda.
Curioso el sistema que usaron: Dado que se trata de lubinas salvajes grandes, en casos como el nuestro en los que solo éramos tres comensales, hacen coincidir la salida de nuestra lubina con la de otra mesa. Te comes media pieza, y los de la mesa de al lado la otra media. Y todos contentos. Pedaaaaaaaaaaaaazo de lubina. Qué sabor.
El servicio, como se esperaba: clásico, de los de antes, con tablas, con mucho oficio.
Carta de vinos corta y tradicional, correcto el trato de los mismos.
¿Dónde comer buen pescado en Valencia? Hay varios lugares. Casa Eusebio, desde luego, es uno de ellos.
Y la gente lo sabe. Explíquenme si no, como es que, con los tiempos que corren, un restaurante en el corazón del populoso barro de Patraix puede tener un jueves el restaurante lleno y con todos los clientes comiendo a la carta.