Lujo japonés con aire mediterráneo

Comida con amigos en un restaurante al que le tenía bastantes ganas. Sito en un lujoso hotel de la ciudad, ambiente muy sobrio y cuidado, todo muy formal. Mesas amplias con sillas cómodas. Servicio atento y correcto. La comida es excelente, aunque las raciones son un poco pequeñas. Ello te obliga a pedir muchos platos con lo que por un lado se prueban más cosas, pero incrementa el precio (esto es algo muy japonés). Carta de vinos amplia con precios comedidos. Nos decantamos por un Alonso del Yerro 2010, que acompañó perfectamente a la comida. Buena temperatura y correcto servicio del vino, acorde al nivel del local.
Hay al menos dos platos que ya merecen la visita: el niguiri de steak tartar, tan original como impresionante, y el "bocadillo de calamares", sí, lo he escrito bien, se trata de un bocadillo de calamares desestructurado " a la japonesa". Buenas copas y cubertería (Stolze). Tan sólo añadir como pega, la escasa variedad de cervezas japonesas (sólo tienen Kirin y Asahi) y la carencia de shoshu (licor japonés), creo que es algo importante para ser un restaurante japonés de alto nivel. Buena RCP para la elevada calidad de los productos, el ambiente y el servicio. Volveré.

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