estuvimos mi pareja y yo la noche de reyes, lo encontramos de casualidad, y nada más ver el local, me enganchó.
Intimo, tranquilo, familiar.la música en su justa medida, y la decoración como su nombre indica, con sus duendecillos.
la comida recién hecha,la cervecita muy fria.
un plato con 4 montaditos, a cual mejor, 2de calabacin, tomate cherry y anchoa, ( seguro que me dejo algo) y el otro de lomito, con huevo de codorniz.
sartén de chipirones,los mejores que he probado en mucho tiempo.
y los cafés.
no llegó a 20 €.
volveremos seguro.
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