Sencillez gustosa y buena bodega

¡Qué bonitos están los viñedos a finales de Octubre, primeros de Noviembre en La Rioja! Multitud de tonos y colores, desde los verdes hasta los granates, rojos pasando por los amarillos. Las vides se pierden en el horizonte, descomunal paisaje cuando la niebla no hace acto de presencia y nos esconde tanta belleza

En esta ocasión me he acercado a La Vieja Bodega en Casalarreina, formando parte de una mesa amplia de diez comensales en la que conviven: mayores y pequeños. Son múltiples las mesas de perfil similar.

Desde el punto de vista más gastronómico, se trata de una cocina sabrosa, golosa y sencilla. Abundancia de elaboraciones clásicas en carta, como la menestra de verduras, los asados de cochinillo y cordero ó las chuletillas de cordero al sarmiento. Son numerosas y atractivas las propuestas que se cantan fuera de carta en función de los productos de temporada (fundamentalmente ahora verduras y setas). Sorprende en los enunciados la presencia de varios pescados para compartir por estos lares.

Carta de vinos con fondo y protagonismo propio. En total unas quinientas referencias con especial presencia de vinos de la zona. Cabe destacar el precio de los mismos, en algunos casos muy cercanos a los de tienda. De esta forma junto con buenos compañeros de mesa es una placer beber. Se degustaron Phincas 2010 (23,5€), Sierra Cantabria Colección Privada (29,90€) y San Vicente 2011 (34,9€)

Comenzamos con unos hongos salteados. Buena textura, jugosidad a través del puerro salteado. Naturalidad, sin apenas tocar el producto.

Seguiríamos con unos cardos con cigalas. La verdura destacaba por su textura sedosa, perfectamente tratada. Conjunto muy bien ligado sobre un gran fondo a modo de mar y tierra. El crustáceo con un buen punto conseguido sobre la plancha. Notable, de mojar pan sin remordimientos.

Las alcachofas con foie podían haber sido bautizadas también como foie con alcachofas por el grosor del susodicho hígado. Plato apetecible de esos que complace a casi todos los paladares. Los corazones de la verdura a la plancha, tras un ligero confitado se dejan querer, aunque falta ese punto de dulzor que se consigue con un confitado más largo. La combinación funciona y es equilibrada, resultando curiosa la presencia de alguna alga para salar. Complaciente.

Con el crujiente de cochinillo con compota de manzana y ensalada de colores de desciende algún peldaño. Simplemente correcto, debido a falta de jugosidad en la pieza del gorrino, y a que los secundarios tampoco provocan ninguna clase de matiz especial. Mejorable.

En cambio se vuelve a esa línea de sabrosura con el rabo de toro desmigado con crema de foie y guiso de setas. Presentado como un lingote, el rabo está suelto y jugoso, al mismo tiempo que compacto en su forma. Resulta cómodo degustarlo. La sensación de placer en el paladar se acrecienta con una clásica crema de setas y foie con fondo del propio guiso. Gusto y profundidad sin complejos. Platos de esos que gustan a todo el mundo.

La tarta de queso no pasará a formar parte de nuestra lista de preferidas. Plato de menor nivel que los anteriores, de sabor bastante plano, sin la hondura necesaria para que surja ese gusto placentero. Definitivamente las tartas de queso que más disfruto son aquellas horneadas que se realizan para cada servicio.

En cambio, la degustación es de mayor nivel en el caso de la tartaleta caliente de manzana, acompañada de una mermelada de que aporta un suave punto de acidez. Recomendable.

La vieja estación: "Sencillez gustosa y buena bodega". COmo siempre post completo en http://www.complicidadgastronomica.es/?p=5537

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