A la vista de mi absoluta ineficacia para subir las crónicas a tiempo, no tengo más opción que encomendarme a una socorrida técnica cinematográfica:
6 MONTHS AGO
Día 1 de Enero de 2016 por la tarde, surge improvisadamente una comida para el día siguiente como celebración de evento (felicidades N y R por la “nueva Olivia”). Inexplicablemente, llegamos los primeros al punto de reunión y como estamos justo frente al Mercado Central, aprovechamos para echar un vistazo e impregnarnos de esos colores y olores típicos. No se que tienen estos sacrosantos lugares que me pirran, ¿por qué será que en el Mercadona no me ocurre lo mismo?
Llegados los demás, aprovechamos para tomar unas cervezas en las tascas de la plaza Santa Clara, mientras decidimos dónde comer, ante la imposibilidad de haber reservado el día anterior por ser festivo. Al igual que en ocasiones anteriores, nos dejamos aconsejar por “la otra Olivia” que hace las veces de guía local en mi propia tierra (que vergüenza), ya que su mayor conocimiento del terreno nos permite jugar con ventaja.
Nos recomienda probar este local, ubicado muy cerca del centro y al llegar, el exterior se percibe más como un Ginclub que como un Gastrobar, lo que quizá podría llevar a confusión en algún caso. Una vez dentro, encontramos un local pequeño y acogedor, con predominio de madera y pocas mesas, siendo algunas de ellas mesas altas con taburetes, al igual que la propia barra, que también se utiliza como mesa cuando el local se llena. La carta, como el nombre del local indica, consta de 15 tapas (más que tapas, diría que son como las típicas raciones del norte), a las que se añaden algunas variedades adicionales y un arroz del día según mercado, escritas en unas pizarras que hay tras la barra, que también aprovechan para exponer la oferta de vinos por copas. Mola.
Nos atiende un servicio joven, pero muy amable y no falto de experiencia, que se mostró absolutamente dispuesto durante toda la comida a resolver todo aquello que preguntamos, que por cierto no fue poco. Buen detalle. Tras dejarnos aconsejar por nuestra “guía local” pedimos lo siguiente:
1.- Patatas bravísimas
2.- Calamar de playa
3.- Alcachofas con huevo y jamón
4.- Bacalao gratinado con alioli
Arroz meloso del día (de alcachofa, calamar y gambas)
5.- Postres (cremoso de chocolate y tarta de calabaza)
Las patatas resultaron ser una pequeña sorpresa, puesto que estaban hechas al horno y con piel. Son pequeñas, cortadas en gajos y con pimentón rojo. Buenas. El calamar de playa, muy tierno y perfectamente acompañado por unas verduras cocinadas al dente. Las alcachofas (del terreno) con huevo y jamón, simplemente perfectas.
Me permitiré una pequeña licencia patria, puesto que las alcachofas de la zona norte de Castellón, son un producto de calidad sobresaliente que a los nativos nos enseñan a apreciar prácticamente desde la cuna. Las alcachofas del terreno son, simplemente, otro nivel de alcachofas. Se trata de una cuestión similar al fervor valenciano por la clotxina. Si entras en determinados locales y pides mejillones, estás muerto.
Bacalao gratinado al alioli. Buen punto de sal del pescado aunque personalmente el crujiente de alioli no está entre mis favoritos, pero manías aparte, estaba bueno. Arroz meloso del día con calamar, alcachofas y gambas. Arroz de punto algo más que meloso, que hubo que dejar reposar unos minutos y que estuvo a buen nivel de sabor, debido a un buen fondo elaborado con producto fresco. Llegados a los postres, el cremoso de chocolate, estuvo bien, pero quedó eclipsado por una sobresaliente tarta de calabaza, acompañada por helado de leche merengada y un poco de miel.
Cafés y un pedazo de GT (6) preparado como mandan los cánones (o sea, los míos, jeje) culminan la ingesta. Buena comida, buen GT y buenos amigos, …así da gusto.
Unas semanas después, aprovechando que estábamos de nuevo en “la terreta”, volvimos para certificar sensaciones y de paso, explorar un poco más la carta. Esta vez pedimos mayoritariamente de la pizarra del día, resultando una ración de ensaladilla rusa (A) , que el camarero nos recomendó que redujéramos a media ración, quisquilla del Grao de Castellón a la plancha (B) , extraordinaria y un chuletón de vaca vieja al punto (C), muy bueno. De postre repetimos la sensacional tarta de calabaza (D) de la visita anterior. En esta ocasión se acompañó de unas cervezas artesanas de la zona (E), agua, e infusiones. Precio similar (29€/pax).
PD: Debo recurrir de nuevo a las advertencias cinematográficas para indicar que las imágenes de la primera visita se tomaron con un aparato tecnológico indigno y, en consecuencia, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Doy fe de que la apariencia real era bastante mejor, aunque podréis comprobarlo al ver las imágenes de la segunda visita.