Cena ayer en DONDE RICKY, una tabernita situada al final de la calle Hermosilla, casi esquina con Doctor Esquerdo. Excelente atención y buenas recomendaciones de Ricky, el propietario, que tiene muy buenas maneras y mucha escuela. 2 personas, pedimos tres raciones para compartir. Como aperitivo de parte de la casa, pusieron un cubito de mantequilla casera buenísima, absolutamente adictiva, nos hubiéramos comido el cubito entero. De primero pedimos ensaladilla rusa, con una patata de calidad cocida en su punto, no obstante creo que la mayonesa no estuvo a la altura, por lo que el conjunto resultó un poco pesado. Bocartes a la bilbaína, boquerón pequeño abierto y desespinado, bien fresco, el aliño a la bilbaína excelente, acabamos comiéndonos los ajitos y mojando pan en la salsa. Para terminar, Ricky nos dijo que los callos estaban para hacerles un monumento y aquí empecé a salivar porque me encantan y hacía muchísimo tiempo que no los comía. Pese a lo calurosa que estaba la noche, nos tiramos al barro… y acertamos de pleno. Los callos, hechos a la madrileña, también con morros y manitas, estaban buenísimos, tiernos, melosos y bien picantitos. Mientras los estábamos comiendo estaba sufriendo pensando en la noche que me iban a dar, pero para mi sorpresa me dejaron dormir como un lirón, señal de que el material era de primera. Para beber, también por indicación de Ricky pedimos un blanco de Monterrei, con godello y algo de treixadura, que aguantó perfectamente toda la cena, incluso el envite del picante. Acabamos el festín llenísimos, sin poder tomar postre, con un café con hielo invitación de la casa. La cuenta no llegó a 50 euros gracias al descuento del 30% de un club gastronómico. En resumen, taberna “canalla” a tener en cuenta por sus buenos guisos, buen producto, raciones generosas y atención excelente.