De toda la vida

Pequeño bar de toda la vida que cobra vida con el buen tiempo. Dispone de una terraza con unas 20 mesas, que pueden incrementarse algo en número si es preciso. Con todo, es casi imposible no hacer cola, para lo que disponen de un dispensador de números en la entrada del bar. Público del barrio y ambiente muy familiar. Servicio muy cercano y de trato familiar, aunque algo lentos y olvidadizos.

Tapas tradicionales andaluzas principalmente: chocos, calamarcitos, caracolillos, bravas, flamenquines, boquerones adobados,... A mí me gustan especialmente las patatas con allioli y pimienta. Raciones más que generosas. Incluso las pequeñas tienen un respetable tamaño. Precios absolutamente populares. Es fácil que la cuenta no suba más de 10 euros, a lo que ayuda que no sirvan cafés. No aceptan tarjetas.

Para colmo, tienen manzanilla...¡¡¡de 2 marcas!!!

Se puede aparcar, con suerte, en los alrededores del cercano mercado de Can Vidalet, sobre todo por la noche. Mejor dejarse la ropa de marca y el móvil de última generación en casa si se quiere pasar desapercibido.

No digo que volveré porque llevo bastantes años yendo :-)