Restaurante ubicado en un antiguo molino a 1.5 km de la localidad palentina de Saldaña.

Ofrece tres posibilidades de donde comer, en la terraza exterior, la planta baja con aspecto más clásico y la planta superior con mesas más informales, con un colorido mucho más claro y alegre.

Muchas de las mesas de los dos comedores interiores tienen vista al exterior.

Cuatro personas hemos tomado previamente a sentarnos en la planta baja, unas copas de Verdejo y una ración de morcilla casera (9 e.) en la terraza exterior.

Sentados en una mesa circular, amplia con cómodas sillas, en el comedor interior inferior, hemos optado por:

Compartir un combinado de pudding de verduras y pate de anchoas y de queso azul (15 €), con biscotes de caja. De aprobado.

Carpaccio de bacalao (18 e.): muy bueno.

De plato nos decidimos por:

Un cuarto de lechazo asado para dos personas (34 e.)

Pichones estofados (20 e.)

Entrecot con salsa de pimienta (16 e.) buena carne con buena salsa, quizás algo pasado de punto.

De postres sólo compartimos dos: arroz con leche y una tarta de naranja.

La comida se cerró con un cinco cafés cortados y un a menta poleo (la mitad de estos cafés se tomaron de nuevo en la terraza exterior).

En cuanto a la carta de vinos, un poquito de casi todo, clásica, algo errática, con precios ligeramente altos. Tomamos Pittacum 2005, dos botellas. El servicio de vino, con copas de buen nivel, limitado a descorchar y dar a probar.

El servicio amable con buen ritmo de platos.

Todo lo comentado ascendió a un total de 176. 50 €.

Comentario:

Cuando en Cantabria sale un día de ésos típicos de niebla con calabobos (morrina en esta tierra, chirimiri, etc.,) es típico salir en busca del sol a Castilla, pues a partir de Aguilar de Campoo, el sol suele lucir, como ocurrió ese día, y aprovechamos para acudir a ver la Villa romana de La olmeda y comer justo al lado, en Saldaña.

El entorno del restaurante es espectacular, con fácil aparcamiento en su exterior, con dos riachuelos que bordean al edificio, árboles y césped muy cuidados, por ejemplo su terraza exterior está completamente cubierta, entre otros árboles por un magnífico plátano.

El local le atiende al público personalmente el propietario, con una buena amabilidad y me dio la sensación de con el lema de “el cliente siempre tiene razón”.

La morcilla realmente estaba a buen nivel en cuanto a su textura, sabor y punto de fritura, ocho trozos tuvo un importe de 9 e. mas IVA, Este caso supero el precio y por tanto el comentario sobre el mismo, de la morcilla que emití en este otro restaurante: https://www.verema.com/restaurantes/634-nazareno-roa/valoraciones/974076-tiene-menos-gente

Aparte del buen nivel de la morcilla es de destacar el carpaccio de bacalao: ración generosa con bacalao que sabia a tal, con un pequeño punto de ahumado, un tomate natural y bueno por encima, un poco de pimiento y buen aceite.

El cuarto de lechazo, (que reservamos mientras tomamos la morcilla en la terraza, animados por el aspecto que vimos en una mesa vecina) se presento en una fuente de barro y acompañado de una ensalada de lechuga, con cebolla y tomate en un plato aparate. El aspecto al aparecer sobre la mesa era de estar seco, cosa que no era cierta al comerlo, pero en conjunto su nivel no era de mas allá de un aprobado alto.

La ración de dos pichones estofados, era generosa, con buen trato de la carne, pero sobresaliendo sobre la misma la cebolla caramelizada que acompañaba a la carne.

Los postres flojos, el arroz con leche, algo insípido, sin ligar y sin cremosidad y la tarta de naranja, con gelatina y algo seca y “apretada”.

Hay que resaltar el detalle de que como habíamos comido en plan clásico, nos acordamos de nuestra antigua época en la que cerrábamos la comida con un pacharán, aunque no tienen ninguno de alto nivel, nos trajo en concreto Zoco, dejando la botella en la mesa para nuestro servicio y sin cargar el importe en la cuenta.

Los precios que he puesto, salvo el final, son sin IVA y en conjunto me parecieron algo altos, mas teniendo en cuenta que la provincia de Palencia tiene, en mi opinión, unos precios más bajos que en Cantabria y muy por debajo de las grandes capitales. El local estaba al 50% en sábado de julio y con un entorno magnífico.