Sin duda alguna uno de los restaurantes de moda en Madrid, aún cuando lleva abierto más de dos años. Roberto Ruiz sigue manteniendo la atención por parte de los amantes de la buena mesa, gracias a la constante búsqueda de sabores populares y sorprendentes entre la ancestral gastronomía mexicana. Sin duda alguna, demuestra auténtica pasión por lo que hace, reinterpretando platillos tradicionales mexicanos aportando técnicas modernas, utilizando productos de alta calidad y actualizando las presentaciones.
Local distribuido en dos alturas. A pie de calle, una acogedora zona denominada Mezcal Bar, con una barra y varias mesas bajas donde tomar un cóctel o comer informalmente picando algo. En el sótano se encuentra un sencillo comedor, paredes desnudas y blancas sin concesiones al color y con un rincón al fondo más rústico e informal. Mesas suficientemente separadas y correcta iluminación.
Carta demasiado corta (docena y media de opciones incluyendo los postres), pero eso sí, con una oferta que resulta muy llamativa por su exotismo, por lo que no creo que tardemos en volver para seguir probando más platillos.
Antes de la comanda, leemos su interesante selección de tequilas, mezcales casi exclusivos y cócteles. No podemos evitar pedir un par de margaritas clásicas y un cóctel sin alcohol a para ir abriendo el estómago mientras nos decidimos por los platillos a probar. Sinceramente, las margaritas soberbiamente preparadas.
Servicio profesional y atento. El maitre que tomó nota nos facilitó la vida con paciencia y amabilidad. En cualquier caso, se agradece el glosario que acompaña el menú para aclarar términos.
También merece la pena destacar que las tortillas de maíz se hacen a la vista aunque al fondo del comedor y a mano.
Comida para tres personas:
Como único detalle de la casa, unos delicados sopes con una especie de mousse de tomatillos verdes y queso.
- Guacamole Punto MX (2 pax). Preparado al momento y delante del comensal en el tradicional mortero de piedra volcánica y elaborado con aguacates en su punto óptimo de maduración, cebolla picadita, cilantro, chile serrano, aceite de aguacate, lima recién exprimida y sal. Presentado con totopos de maíz, ligeros y crujientes, ideales para “empujar” el adictivo guacamole de esta casa.
- Panuchos de cochinita pibil, x’nipek de cebollita morada y chile habanero (1 ½): Magnífico platillo que consiste en carne de cerdo troceada y adobada en achiote y chile, presentado sobre una tortilla de maíz. El resultado es una delicia aunque le echamos en falta algo más de potencia.
- Enchilada de carnitas de pato con salsa de pipián verde (1 ½): Una tortilla de maíz esta vez rellena de carne de cerdo y bañada en salsa pipián moderadamente picante, elaborada a base de tomates, cebolla, chiles serranos, cilantro y pepitas de calabaza para espesarla. Plato de bandera sin duda alguna: delicado y potente al mismo tiempo.
- Tacos de Wagyu, aguacate, cebolla asada y salsa de miltomate (1 ½): Una tortilla de maíz con daditos de wagyu salteados y una salsa elaborada con tomates verdes, chile y ajo. Un taco sabroso y potente de sabor. Muy bueno.
- Aguja de cerdo ibérico, salsa de tomatillo verde y chicharrón de panceta (1): Quizás el platillo que menos nos gustó. La carne del cerdo algo fibrosa, aunque jugosa y sabrosa. Bien acompañada de otra salsa moderadamente picante. Presentado con una loncha crujiente de panceta.
- Crepes de cajeta en diferentes texturas (3): Popular postre mexicano elaborado con dulce de leche de cabra, azúcar moreno y canela. Magnífico presentación que intenta recrear un bosquecillo con setas sobre una base de pistacho picadito. Incluye un helado de textura muy cremosa y potente sabor a base del mismo dulce de leche: una maravilla.
En la sobremesa, me dio por pedir un tequila. Se presentó el sumiller con un carrito con una amplia oferta de tequilas y mezcales. Me decidí por un chupito de tequila Reserva 1800 Añejo que me cobraron a 12€ (precio exagerado teniendo en cuenta que la botella apenas cuesta los 30€ en el mercado).
En cuanto al servicio del vino, carta bastante corta, aunque los vinos que ofertan están bien escogidos pero subiditos de precio (x2). Incluye una buena selección de cavas y champagnes. Me decidí en esta ocasión por tomar algún vino por copas. El sumiller me dio la opción de acompañar la comida con el tinto gallego Lalama 2010, perfecto de temperatura y en copas adecuadas.
Precio total: 228.50€ (incluido IVA, las dos margaritas a 10€ cada una, el cóctel sin alcohol a 4.50€, 3 botellas de agua de 3/4 litro a 3€ cada una, las dos copas de vino a 5€ cada una y el tequila a 12€).
Nota 1: El precio por persona indicado es lo que estimo que costaría comer en este local con IVA y servicio incluidos y sin bebidas.
Nota 2: Por último, cabe resaltar la subida de precios de su oferta durante el corto espacio de tiempo desde que lleva abierto el restaurante. Nos pareció un restaurante por supuesto recomendable pero muy caro, teniendo en cuanta que las raciones no son precisamente generosas.