Hace exactamente 77 años que el restaurante abrió sus puertas, yo no podría describirlo mejor que como lo hizo Ricard Santiago en el comentario que me precede y al que remito a quien me lea, reitero la atención y la profesionalidad del servicio, aunque hay personal joven han sido formados por los de "la vieja escuela" y junto con el producto es uno de los pilares fuertes de la casa.
Con los distintos comedores de los que dispone es fácil respetar la distancia entre mesas lo que es de agradecer, distancias y ocupación que no se respeta en algunos de los restaurantes en los que he comido últimamente.
Hacia muchos meses que por culpa del maldito virus no comía con mi hijo y el reencuentro fue en este casi histórico local, antes tomamos posiblemente una de las mejores y mejor tiradas cervezas de Barcelona acompañadas de un solomillo de ternera a la plancha con foie una de las tapas más solicitadas en otro clásico de la ciudad, el cercano Vaso de Oro en la Barceloneta.
Centrándonos ya en la comida, de aperitivo nos sirvieron unos excelentes mejillones escabechados.
Los entrantes fueron compartidos
-Tres ostras Guillardeau núm 2
-Media ración de camarones
-Media ración de percebes
Cómo se agradece el casi desaparecido bol de agua tibia con limón para limpiar las manos, que desgraciadamente ha sido sustituido por la omnipresente y desagradable toallita perfumada.
Coincidimos en los segundos con uno de los platos del día recomendados, corte de rodaballo salvaje, corte que por su tamaño debería ser de una gran pieza, la camarera preguntó por nuestra preferencia, al horno, a la plancha o a la brasa, nos decantamos por pedirlo a la brasa recordando a las grandes parrillas de Euskadi, vino acompañado por unas verduras de excelente cocción al wok.
Los postres, su famosa oreja de fraile regada en abundancia con chinchón seco y un irish cofee de excelente elaboración, aunque eché en falta la nata líquida en lugar de la nata montada que me sirvieron, y al que olvidé hacer la foto.
La comida la acompañamos con un albariño Noelia Babelia muy aromático y elegante y suave, el servicio consistió en la explicación de las características del vino, descorche, cata, primer servicio y relleno ocasional de las copas.
Un café e invitación a los chupitos de orujo
El resumen es muy escueto, si lleva 77 años ininterrumpidamente por algo será.