Nos faltó la "magia"

Girona nos cautivó desde nuestra primera visita, donde ya quisimos cenar en Bubbles pero la suerte nos fue esquiva.  Y es que esta preciosa provincia tiene algún tipo de embrujo especial, también en cuánto a gastronomía se refiere (hermanos Roca aparte).

Bubbles es un gastrobar pequeño, con capacidad para unos treinta comensales y donde la tapa de autor es el producto estrella. No en vano su menú degustación se jacta de contar con numerosos platos galardonados con el primer o segundo premio anual de cocina creativa de la ciudad.

Ofrecen tres menús: El menú gastronómico (bajo demanda previa), el menú VIT (very important tapas) y el menú de temporada (en esta ocasión, Girona en flor). Ciertamente, los tres presentan propuestas muy interesantes, aunque es bien cierto que no es una cocina enraizada a la ciudad o al producto local. Con todo, nos decidimos por el segundo. Este empieza con tres snacks:

-Untoso de queso con higos y ratafía y cinco especies: Cremoso y fresco queso en una tarrina junto a una dulce mermelada de higos y ratafía (un licor típico de la zona a base de distintos frutos). Muy bueno.

-Prawn roll: Un mini rollito a base de gamba y ligado con alga. Bueno.

-Antojito de bacalao y maíz, chipotle y xnipec: Una mini croqueta de bacalao con una textura y sabor correctos, sin mucho más.

 

 

 

 

 

 

Una vez finalizados los snacks, pasamos a una serie de tapas que conforman la parte central del menú:

-Atún en costra de cacahuetes, miel  y coconesa (2º premio mejor tapa Girona 2011): El producto, de buena calidad, dota de un sabor potente y gustoso al conjunto, bien ligado con la mayonesa de coco.

-Huevo escalfado, espuma de garbanzos y foie, migas ibéricas y tostada de tomillo (1r premio 2012): Un buen plato. El huevo en su punto exacto y la espuma deliciosa. El pero lo encontramos en la gran cantidad de migas, que dieron excesiva sequedad al plato.

-Tartar de langostinos a la plancha con “chutney de papaya” (1r premio 2013): De nuevo un buen resultado gracias a un muy buen producto. El chutney de papaya (una especie de salsa india que se consigue triturando diferentes especies) aporta un toque diferente a la tapa.

-Gyoza rellena de meloso de duroc, caldo translúcido de su cocción con hierba, limón, “beurre blanco” de cebolleta, pistachos y sésamo (1r premio 2016): La textura de la empanadilla japonesa perfecta y el sabor del caldo rozando el excelente. Uno de los bocados más sabrosos y buenos.

-Cordero especiado, humus de lentejas, menta y cuscús inflado: La carne del animal muy bien cocinada y el humus con gran carga sápida. En conjunto un buen plato aunque no encontramos el motivo al cuscús inflado.

-Pastelito de ricotta, frutos rojos y yogur: Para rematar la velada, nada mejor que un buen postre, y esto lo es. El pastelito roza la perfección personal en cuanto a tectura y dulzor (nada excesiva), los frutos rojos aportan acidez y el yogur temperatura. Muy buena manera de rematar.

Acompañamos la cena con dos cañas y un vino que se incluía en el menú (Nuviana DO Belver de Cinca), así como un cortado final.

Con todo, podemos afirmar que cenamos bien, con apuestas arriesgadas y una r.c.p. correcta. Dicho esto, echamos en falta producto local, sabor en algunos platos y parte de la magia que sí tiene Girona, donde seguro nos volvemos a ver.

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