En ninguna casa disfruto tanto como aquí

Nueva visita anual para celebrar el cumpleaños de mi mujer a este fantástico restaurante que sigue haciendo brillar su merecida estrella Michelín. En este caso, habiendo probado ya su taberna, la carta y sus menús degustación (largo) e intermedio, nos decantamos por el menú corto (Gartzinea, nombre del caserón donde se ubica el restaurante) de 38€ + IVA. Como se trataba de un regalo, realicé un bono que incluía bebidas, café y copa/combinado englobado como único concepto al "módico" precio de 18,5€/pax + IVA (el año pasado desglosaban los conceptos y este año los han unido, algo que penaliza al comensal que sólo bebe agua o vino). Una táctica que es el gran punto negro de los restaurantes de este nivel, donde un menú de 38€ pasa a ser de 62€ por los extras, que aquí son escandalosamente caros (recordemos la famosa "agua bendita" a 6€).
En nuestro caso, y sabiendo que a pesar de llevar nuestra botella nos íban a cobrar lo mismo, los extras estuvieron bien pagados: Nos guardaron nuestra botella durante una semana en su cava climatizada, abrieron el vino 2 horas antes para airearlo y disfrutamos de sendos combinados además de pedir agua (Mondariz), claro.
Hay que decir que el sumiller aceptó encantado que descorchásemos una joya como el Castillo de Ygay Gran Reserva 1968 y en ningún momento puso objeción alguna para llevar el vino (sería gracioso una vez pagado el concepto, pero cosas más raras se han visto).
Nos presentamos puntuales en el restaurante y decidimos probar por vez primera el comedor interior, sobrio pero elegante, con una buena selección musical, cómodo y espacioso. El servicio como es habitual muy jóven, aunque encantador y bien formado.
Tres tipos de pan (centeno, integral de cereales y rústico normal) buenos y para acompañar, AOVE arbequina frutal de buen nivel.
Copas, mantelería, vajilla y menaje de primer nivel como es habitual.
El susto de la comida viene con el vino, ya que se les ha roto el corcho por no usar un biláminas. Pequeño tirón de orejas para el sumiller por delegar en su ayudante esta tarea (no creo que sea un vino muy habitual). Afortunadamente el corcho no había afectado en absoluto al vino. Ambos (sumiller y ayudante) pasaron a disculparse por la mesa y reconocieron el fallo sin exculparse por la longevidad del vino, por lo que en agradecimiento les dimos a probar sendas copas de "la bestia".
Y es que vaya vino señores... sin duda el tinto más emocionante que hayamos probado jamás: límpido, mutante a cada minuto y mejorando a lo largo de toda la comida, con la acidez propia de un vino 30 años más joven, de eterno postgusto. Casi se me saltaban las lágrimas, algo increíble. Más datos aquí: https://www.verema.com/vinos/13904-castillo-ygay-reserva-especial-1968/valoraciones/1320876-obras-maestras-jesus-marrodan
Pero vayamos a la comida en sí:
- Aperitivo de la casa: Crema de calabaza con hinojo, mousse de queso fresco, picatostes y olivas negras. Un clásico ya, elaborado con las señas de la casa: sabores delicados, puros, perfectamente integrados. Buen arranque.
- Huevo termal, patata trufada y sopa de ajos frescos: Ya comentado anteriormente, plato fetiche para nosotros junto al Butakaku y los pescados. El caldo como siempre, sublime.
- Pescado del día: Merluza con salsa de limón y arroz negro. Si en algo es inigualable el Alameda es en el tratamiento del pescado. Género de calidad suprema y unas preparaciones que realzan la jugosidad del pez. Mi mujer no es nada fan de la merluza y alucinó con su melosidad y textura. El arroz con trozos de txipirón, a la altura del plato. Matrícula de honor.
- Solomillo de vaca asado con pastel de patata y bacon: Carne hecha al gusto del comensal, buena ración y excelente salsa y guarnición. Siendo un muy buen plato, no está a la altura del pescado.
- Torrija caramelizada con helado de hierba Luisa: Rendición total con esta delicia elaborada con pan de brioche empapado en leche. Yo que soy poco de caramelos quité el crocante superior (tampoco me gusta el flan con caramelo, manías personales), pero es probablemente una de las mejores torrijas que hemos comido. No desmerecía tampoco la finísima quenelle de helado casero, con el punto de frescor de la hierbaluisa.
- Un par de buenos cafés acompañados por las habituales pastas y dulces, licor casero de hierbas para mi mujer y un Gin Tónic de G'vine Floraison con tónica Botanic impecablemente preparado por el ayudante del sumiller.

En total, dos horas y media de placer que esperamos seguir disfrutando otro año más.

  • Cafés, dulces y licor

    Cafés, dulces y licor

  • Torrija con helado

    Torrija con helado

  • Solomillo de vaca asado

    Solomillo de vaca asado

  • Merluza con arroz negro

    Merluza con arroz negro

  • Aperitivo: Crema de calabaza

    Aperitivo: Crema de calabaza

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