Situado en una bonita aldea cercana a la localidad de Arriondas, "Casa Marcial" ocupa una edificación de estilo tradicional reformada recientemente. Cuenta con dos comedores, uno en la planta baja y otro en la primera, con capacidad para bastantes comensales pero el domingo de nuestra visita sólo estaban ocupadas tres mesas (un total de once personas, incluidos nosotros). Nos llamó la atención, a priori, que un restaurante así tenga una ocupación tan baja. Algo que, sin embargo, comenzamos a comprender al terminar el almuerzo.
La atención fue correcta y educada en todo momento. Aunque esa búsqueda continua de corrección la hiciera muchas veces resultar algo impostada y teatral. La naturalidad se pierde para recuperar un trato almidonado (como la excelente mantelería).
En cuanto a la comida, optamos por el "MENÚ DE NUESTROS CLÁSICOS". Compuesto por:
* Aperitivo de la casa: se trató de una rodaja de aguacate con anchoa y espuma de algo (que no recuerdo) pero que no sabía a nada. Una apertura muy mediocre.
* Croquetas de jamón caseras. Lo que el propio nombre indica. Pasan sin pena ni gloria. No encontramos nada que las haga especiales, excepcionales o diferentes.
*Revuelto de la casa sobre torta de maíz: a base de cebolla, algo requemada, sobre una masa inflada de maíz.
* Fabada asturiana: Un plato de correcta fabada servida a destiempo (dos de los platos tardaron en llegar unos cinco minutos). Igual que en lo anterior, nada te sorprende. Una fabada como cualquier otra.
* Arroz con pitu: Arroz con pollo de corral como el que podría ofrecer cualquier mesón del Principado; pero que nadie se olvide que estamos sentados a la mesa del que presume de ser uno de los mejores cocineros de la zona.
* Tocinillo con virutas de aceituna: de una consitencia gelatinosa muy poco conseguida y un sabor incierto y poco definido. Se acerca mucho más a lo asqueroso que a lo delicioso.
* Arroz con leche: si el postre anterior suspende, éste aprueba pero se queda sólo en el suficiente raspado. Seguramente cualquier abuela lo hace mucho mejor y no posee ninguna distinción gastronómica.
En resumen estamos ante un menú correcto para un mesón, pero muy mediócre si tenemos en cuenta tanto la categoría con la que se vende el restaurante como el precio que nos cobran por él. Cincuenta euros es un precio excesivo para lo que se nos ofrece. Que nadie espere obras maestras, porque la maestría sólo se paga; no se ve. Para nosotros, decepcionante.