Cocina de otoño

Fué una suerte que parte de nuestro grupo se adelantase y nos fuera indicando el camino para llegar hasta el restaurante.
El caso es que está bién indicado en la carretera, pero parece que no llegas nunca.
Salvo eso, la primera impresión fué muy buena, el personal muy atento.

Como llegamos los últimos de nuestro grupo, ya nos habian asignado mesa, y mi sorpresa fué que teniamos un comedor individual para nosotros once.
Mientras nos acomodamos, tomamos una cerveza excelentemente "tirada", y servida en copa helada.
Nos decantamos por el menú de la cocina de otoño que nos recomendó Pedro Mario, incluyendo el maridaje.

Para empezar, sus famosos canutillos de cecina rellenos de hígado de pato semi-cocido con dulce de membrillo, acompañado por un cava Brut Reserva L'Heru de Raventos i Blanc, servido en copas envinadas en la sala.
Seguimos con un gazpacho tibio de calabaza con sardina ahumada (muy buena) encurtidos y semi-frío de queso de oveja, maridado con un Rosado Cigales Carredueñas, que para mi gusto quizá un poco flojo.
La sopa de bacalao ahumado salteado de hohgos, mollejas de lechazo, ajetes y vieras, se acompañó de un blanco Valdeorras Gitian, Godello criado en lías que estuvo correcto.
El plato que más gustó fué el rape negro asado con salteado de hongos, panceta ibérica y sopa de amanitas al cardamomo. El vino fué un blanco Rueda Verdejo fermentado en Barrica, Palacio de Bornos, quizá el vino que más me gustó de toda la comida.
Para terminar la carne, un lomo de ciervo asado en sal de hongos con su jugo y risotto de boletus encebollados, con un punto de asado ideal. Aquí se sirvió un tinto de Tierras de Benavente, prieto picudo crianza del 2006, Otero, también correcto.

En este punto, Pedro Mario vino a explicarnos los postres, un primer postre para ayudar a la digestíón y un segundo para difrutar, cada uno acompañado de un vino dulce.
El primero fué Reineta, pera, regaliz, te negro y especias. El vino un blanco dulce de la Tierra de Castilla, moscatel y albillo, Liberaria Uno.
Para rematar la comida el bosque de otoño, que es algo complicado de explicar, con colores y texturas de la estación. El vino fué un tinto Dulce de Toro, tempranillo, Val de Reyes, algo flojo.

Los platos fueron correctos aunque hubo comentario, sobre la temperatura de la comida que quizá estaba algo fría. El servicio de mesa impecable, el servicio del vino, bueno.
El café lo tomamos en el salón del piso superior, y ahí el servicio fué mas lento. Sobre todo con la cuenta, porque tuvimos que pedirla al menos tres veces.
Nos pareció algo caro.

  • El Bosque de Otoño

    El Bosque de Otoño

  • Los canutillos de cecina con higado de pato

    Los canutillos de cecina con higado de pato

  • El exterior del restaurante

    El exterior del restaurante

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