Merece la pena repetir

Cena de un pequeño grupo, con menú concertado, en el entorno perfectamente definido, como es el impresionante claustro del antiguo monasterio convertido en hotel, un lugar revestido de piedras centenarias.
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Mesa redonda amplia, para cinco comensales, con muy buen nivel en toda su vestimenta y complementos, cristalería, cubertería, vajillas, manteles y servilletas con un blanco perfecto, de buen tamaño y mejor tejido.

De aperitivo, de forma individual y con una agradable presentación tomamos croqueta grande de bacalao y puerro, cuadrada, acompañada de soja: en conjunto buena presentación con la masa buena al igual que la cobertura y en el lado negativo el escaso sabor a bacalao y la presencia de la soja que evidentemente era como decoración o relleno.

Bloc de foie a compartir cada dos comensales, lacado con ron-miel y adornado con pimienta rosa; con un plato acompañante con pan de pasas y brioche: buen efecto decorativo de la pimienta rosa, muy buen tamaño del bloc, nivel más que aceptable del foie. El efecto del lacado prácticamente no se apreciaba y en cuanto a los panes muy buen nivel el pan de pasas y flojo el brioche.

Pimientos de cristal asados. Nivel de presentación justito, y su sabor con dificultades manifiestas para llegar al aprobado, más si tenemos en cuenta que nos encontramos en La Rioja. Sobraba alguna semilla entre las tiras de los pimientos. El único plato flojo de la cena.

Ensalada de langostinos con guacamole y aceite de pistacho: muy buena presentación formando en el centro de plato un círculo con laminas de aguacate por fuera, con la base de guacamole y los langostinos en la parte superior: muy logrado el guacamole y con buena consistencia y sabor de los langostinos.

Bloque de bacalao sobre una base de salsa de tomate con cebolla acompañado de un aceite de perejil: la base muy lograda con su nivel de picante a mi criterio ideal, con una muy buen trozo de bacalao, el que se desprendía en su lascas de forma espontánea, pero poco sabor del bacalao (un poquito falta de sabor típico, sin su supuesta gelatina y un poquito de más de falta de sal).

Postre: hojaldre relleno de compota-crema de manzana reineta, con una bola de helado acompañante. Este plato fue el único que “no se nos cantó” en el momento de depositar en la mesa y curiosamente ninguno de los cinco comensales de nuestra mesa, fuimos capaces de afirmar si la bola de helado era de nata o de vainilla, lo cual para mí es una falta de virtud de la cocina.

En cuanto al vino, no leí la carta y si tomamos vino, que alguien había acordado: Arco Larrazuria reserva 2004 y Blanc de Blancs cava. Servicio pendiente y voluntarioso en el vino. No puntuare el capitulo vino.

El servicio de la mesa con buen nivel.

La cena se completo con cafés y GT, con variedad de ginebras de “las de moda”, en los sillones centrales del claustro.

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