El local es muy bonito, del estilo minimalista tan en boga en nuestro días

El local es muy bonito, del estilo minimalista tan en boga en nuestro días. Parece ser que cuando no hay muchos comensales, solo se ocupan las mesas situadas en el claustro-patio adyacente, de techo acristalado, marco este último que podría ser un buen escenario a nada que se cuidaran algunos detalles que crean un mal efecto(sillas amontonadas, paredes que desprenden arena, tablones a modo de valla, etc.). En la carta conviven platos del recetario tradicional riojano con otros de cocina moderna, sin excesos, eso si. El nivel es muy bueno, pero está un peldaño por debajo del Portal de Echaurren. La carta de vinos es amplia y los precios no se disparan. Las copas cumplen con su cometido, pero no están a la altura del local. Servicio con algún detalle de poca profesionalidad, pero aceptable. Dos personas 155 euros, de los cuales 55 fueron para los vino (Torre Muga y dos copitas de Noé).

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