Socializando la gastronomía

Si algo positivo ha surgido de esta eterna situación de hastío general, ha sido la finalización del paralelismo entre alta cocina y el marco para ponerla en escena, lo segundo siempre incrementaba considerablemente la factura en términos generales, y por lo tanto, en múltiples ocasiones se terminaba pagando más por el continente que por el contenido. Pensando en los tiempos que corren, algo insólito desde el punto de vista de la lógica. Tan necesarios son los grandes restaurantes que garvitan en búsqueda de la perfección absoluta, como las propuestas más modestas pero de coquinaria brillante.

Como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga, y por lo tanto este binomio pasa por horas bajas, salvo contadas excepciones ahora el lujo esta en el plato y no en los elementos externos que lo rodean. La democratización de la alta cocina empieza a ser la norma y no la excepción, lo que a la larga mejorará con creces la oferta en términos generales.

Mulandhara es un buen ejemplo de estas nuevas tendencias, que priman la gastronomía ante todo, practicando un buen despliegue culinario a precios amables en un marco correcto de informalidad, sin escatimar en confort pero prescindiendo del lujo, valiéndose de una despensa baladí pero de gran calidad.

Su labor socializadora queda patente en un menú bien armado, que pretende sorprender y entusiasmar, sin artificios creativos ni artillería vanguardista, basado en la fabulación, en el virtuosismo, e intentando contar una historia singular, personal y que deje huella.

En nuestra visita todo empezó con una secuencia de snack. Un concepto adriático que me encanta, porque hace las veces de tarjeta de presentación y muestra, en parte, hasta donde será capaz de llegar el ejecutor. Es un juego que rompe la parafernalia secuencial de la alta restauración clásica, que en contra ejecuta el servicio en diferentes actos separados. Aquí no, todo junto y a disfrutar metiendo mano.

Qué bueno estaba el papel de arroz coronado por una salsa sabrosísima. Al igual que el sorbete de manzana, apio y vino blanco, muy refrescante, aunque para degustarlo prefiero una copa y no una probeta. Muy alejadas de las industriales, por su perfecta resolución, las cortezas de bacalao, un “fósil marino” que cuando está conseguido entusiasma. Más flojo el pisto manchego sobre pan negro, “atomatado” en exceso y con una brunoise de verdura muy fina pasada en punto de cocción.

Yema de huevo, berenjena, mojama y encurtidos. La yema, ¿curada a la sal?, ¿a baja temperatura?, no se….. El sabor se concentra pero también su textura, que pierde su fluidez asemejándose más a una pomada, aspecto que modifica su gusto y lo hace quizás menos delicado. Utilizando la yema simplemente atemperada, a modo de salsa y no de base, creo que mejoraría en untuosidad y ganaría en elegancia. La asociación de elementos; salado, picante, graso y acido funciona a la perfección.

Sorpresón en el siguiente pase, ¡¡un esparrago blanco natural, de Navarra!!. Se agradece la presencia de esta maravilla fálica de carnes satinadas, turgentes y aromáticas, que por motivos que desconozco es más difícil de ver en las mesas del sur que a un torero con bigote. Se presenta camuflado bajo un rebozado de sésamo negro, un tenue y visual disfraz de sabor original, y acompañado de una mahonesa de trufa, perfecta emulsión de tierra húmeda. Si señor, la elegancia de la sencillez, sobresaliente.

Seguimos con una caballa muy bien tratada acompañada de un refinado ajoblanco, simple y rico, la complejidad radica en la curación del pescado. Una exquisitez atiborrada de grasa marina cuando está en temporada, y que combina a la perfección con el matizado amargor de la almendra. Un modesto pez que nada en su época dorada, y todo gracias a profesionales como este que han sabido auparlo a la categoría de manjar. Se ha terminado el ciclo de los salazones momificados, ahora se acortan mucho más los puntos de cocción de esta técnica ancestral, consiguiendo respetar el producto sacándole mucho más partido.

Continuamos con lo que me pareció una musola, judías y caldo de calamar. Un pescado anodino que hay que saber tratar para revestirlo de personalidad, no era el caso, su insipidez quedaba patente. Se acompañaba de un fondo sabroso y oscuro del cefalópodo, que haciendo las veces de elemento integrador monopolizaba el preparado, era lo mejor del plato, emulaba al de Berasategui sin llegar a tan grandes cotas. Un traspié de fácil resolución reemplazando al protagonista.

Apoteósico el arroz meloso de careta y alcaparras. Lo que podía haber sido una infumable olla de pringue resulto un plato ligero y suculento, de gran sazón, incluso delicado pese al protagonismo del verraco. A ello contribuían en gran parte las alcaparras, que salpicaban el conjunto de matices acéticos, y por supuesto un fondo elaborado con la maestría de los grandes genios, sin grasa y colmado de sabor. Toda una oda a la cocina lenta de la salivación, espectacular es poco.

Se reitera en lo ejemplar con el capítulo dulce, protagonizado por un antológico helado de jengibre con chocolate (bizcocho), zanahoria (crema) y cilantro (en crudo). Acido, fresco, untuoso, dulce, amargo, picante, cítrico, goloso, meloso, frio, esponjoso y atemperado. Todo esto me encontré en el postre que remato la comida; una amalgama de inteligencia, sentido común y técnica. Una muestra de que se pueden construir platos dulces más allá de la repostería plastorra y atiborrada de azúcar que invade muchas cartas. Una creación de factura realmente elegante y contemporánea, una receta que contextualizando los sabores, las temperaturas y las texturas consigue con creces la finalidad que busca.

El caso es que obviando detalles de apreciación subjetiva; como un pase con una cubertería futurista y muy poco funcional, digna de Star Trek, o la desnudez de las mesas, aspecto que sin duda le resta calidez y empaque al condumio, la experiencia fue más que agradable.

Nos gustó su estilo solido lleno de detalles sugerentes y de sugerencias cambiantes, que lo convierten en un aliciente más que atractivo para disfrutar compulsivamente y que incita a transformar lo cotidiano en elegante.

Un restaurante desenfadado que prescinde de la inanidad para ceder terreno al ingenio, y que en complicidad con los tiempos actuales consigue ofertar más por menos, puro instinto de supervivencia animal. Está apoyado en una propuesta inteligentemente técnica, respetuosa con las bases clásicas, muy seria, que relega de argumentos rimbombantes y metáforas horteras. En definitiva una alta gastronomía de barrio que dará mucho que hablar porque vislumbra genialidad.

  1. #21

    Craticuli

    en respuesta a Mtejido2000
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    Manuel que razón tienes, aquí se cuece algo, el concepto es muy acertado y es de los lugares donde se notan las ganas y el buen hacer.
    Muchas gracias por tu apreciación.
    Saludos.

  2. #22

    Craticuli

    en respuesta a Gastiola
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    Jajaja, tu siempre tan original. Me alegro que te haya gustado, y además es verdad, hacen falta más sitios como estos.
    Muchas gracias y saludos.

  3. #23

    Craticuli

    en respuesta a Isaac Agüero
    Ver mensaje de Isaac Agüero

    Hola Isaac y gracias por tu apreciación. Respecto a la puntuación ten en cuenta el sistema de verema tantas veces comentado, y por otra parte el hecho de que el plato de pescado me resulto flojo, y la yema aunque buena considero que es un plato mejorable, en mi modesta opinión. Por ejemplo a José Ruiz le encantó, simplemente cuestión de gustos personales, porque la verdad es que la ejecución es correcta. Estoy seguro que este lugar llegara a más altas cuotas en breve.
    Saludos.

  4. #24

    Craticuli

    en respuesta a JaviValencia
    Ver mensaje de JaviValencia

    Un gran restaurante Javi, y es que como esta Valencia en lo gastronómico, una maravilla teneros tan cerca para poder seguir disfrutando. A este lo seguiremos de cerca.
    Muchas gracias por tu consideración.

  5. #25

    Craticuli

    en respuesta a oscar4435
    Ver mensaje de oscar4435

    Y que razón tienes, permiten disfrutar de ellos con asiduidad, y eso es todo un lujo.
    Gracias Óscar, un saludo para ti y los tuyos.

  6. #26

    Craticuli

    en respuesta a Hambrebuena
    Ver mensaje de Hambrebuena

    Gracias Ada, me perece que mi comentario no va a ser el último de Mulandhara, este restaurante trasmite buen rollo.
    Saludos.

  7. #27

    Craticuli

    en respuesta a Fer B.
    Ver mensaje de Fer B.

    Pues esperó vuestra nota con impaciencia, el arroz es brutal, pero lo bueno es que no es lo único que merece la pena, no es uno de esos restaurante monotematicos, y eso se agradece mucho.
    Muchas gracias y a seguir disfrutando.

  8. #28

    Craticuli

    en respuesta a JoseRuiz
    Ver mensaje de JoseRuiz

    No me extraña lo del arroz, llegar a ese punto de excelencia con algo tan humilde no es nada fácil. Respecto a la yema...., gustarme me gusto, pero la fluidez de una yema es un aspecto que valoro, y creo que me gusta más "al natural" que con esa metamorfosis a pomada, buena pero no mejor que la otra. Simplemente como apuntas una cuestión de gustos, porque la combinación de sabores era perfecta. Recuerdo un plato de Paco Morales, que comente en su día, consistía en un puré de berenjena ahumada con un hilo de yema y champiñón secado al sol, ere la conjunción idónea entre los dos elementos, muy bueno también.
    Te agradezco tu apreciación. Saludos.

  9. #29

    Craticuli

    en respuesta a G-M.
    Ver mensaje de G-M.

    Tu si que eres un crack, bloguero, restaurantero, veremero. La coincidencia es casual, tus gustos y los míos son totalmente opuestos, jajaja.
    Abrazos Aurelio.

  10. #30

    Craticuli

    en respuesta a Joan Thomas
    Ver mensaje de Joan Thomas

    Muchas gracias, para eso estamos aquí compartiendo experiencias, para descubrir sitios nuevos y disfrutar haciéndolo.
    Un saludo.

  11. #31

    Craticuli

    en respuesta a Otilio Haro
    Ver mensaje de Otilio Haro

    El placer es mío, seguiremos compartiendo experiencias.
    Muchísimas gracias.

  12. #32

    Craticuli

    en respuesta a Jb.Gimeno
    Ver mensaje de Jb.Gimeno

    Por supuesto que llega su mensaje, y llega porque es asequible en precio, amable en formas, y bueno en ejecución, cosas que no se pueden decir de muchos sitios.
    Muchísimas gracias por tu consideración, de verdad.

  13. #33

    JoseRuiz

    en respuesta a Craticuli
    Ver mensaje de Craticuli

    También recuerdo un plato con yema de huevo en salazón en L'Escaleta

    http://www.vinowine.es/restaurantes/lescaleta-creatividad-enraizada-en-la-tradicion.html

    Sublime y original

    Saludos.

  14. #34

    Craticuli

    en respuesta a JoseRuiz
    Ver mensaje de JoseRuiz

    ¿Y las textura y el color eran como el de Mulandahara?. Lo digo porque he leído en varios comentarios que la yema es a baja temperatura pero no me cuadra esa cocción con el sabor y color de esta.

  15. #35

    JoseRuiz

    en respuesta a Craticuli
    Ver mensaje de Craticuli

    En L'Escaleta se trata de una yema curada en salazón es de un amarillo muy intenso, textura densa y sabor potente.

  16. #36

    Craticuli

    en respuesta a JoseRuiz
    Ver mensaje de JoseRuiz

    Parece mas fluida que la de Mulandhara.

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