Comida familiar para la que decidimos, dada la fecha, seleccionar un lugar en el que pudiéramos disfrutar de buena calidad, buen servicio y entorno.

El local lo forma un pequeño edificio individual de 2 plantas que se encuentra en el barrio de la Barceloneta, pero se aparta de la oferta general de dicha zona, que salvo algunas excepciones, pocas en mi opinión, gastronómicamente deja bastante que desear. Fundado en el año 1903, que certifican las innumerables fotos de personajes famosos que han pasado por sus mesas durante más de 100 años y que siguen aumentando, conserva un cuidado y acogedor entorno marinero, con bonitas cerámicas y elementos de la época, de las que me sorprendió la barra de mármol que se ubica en el lugar donde se exponía el pescado, lo dicho junto a su situación en una de las estrechas calles del pintoresco barrio, lo hacen sin duda un lugar singular.

Local lleno ese día, por lo que vi mayoritariamente de clientes habituales, lo que ya es un buen indicador. Me habían avisado de la singularidad del propietario, Josep María, que coordina personalmente el servicio de sala y que tiene ese gancho y saber hacer que te hace sentir como en casa desde el primer momento. Personaje como he dicho singular y de agradable conversación y que nos comentó, entre muchísimas cosas e historias del local, que forma parte de la Cofradía Internacional del Arroz de la Comunitat Valenciana, que pudimos apreciar en un libro que tuvo el detalle de regalarnos, de entrada es una garantía de elaboración de buenos y muy variados arroces.

Buena cubertería y copas correctas, todo personalizado con el nombre del local y el año de su fundación. Pasando al tema gastronómico, la carta es muy amplia y su cocina esencialmente marinera de toda la vida, complementada con platos denominados “de cuchara de la abuela” y una buena variedad de arroces y mariscos, todo basado principalmente en producto de primera calidad, excelente por lo que pudimos comprobar.

En nuestro caso compartimos sepionas en su tinta (excelentes), calamares a la romana (bien pero algo flojos), croquetas de jamón con foie de oca (extraordinarias), buñuelos de bacalao (buenos), de plato principal clásicos pescados preparados de forma tradicional, rape plancha, merluza de palangre plancha y al horno, atún fresco plancha y arroz caldoso de bogavante, todo muy bien elaborado con excelente producto.
Los postres son variados y de elaboración propia, probamos varios sorbetes y helados y destacar el “borracho” y las cañas de crema.

En cuanto al servicio del vino, amplia carta y buen servicio, destacando la generosidad del hielo para mantenerlo a buena temperatura, a veces parece que el hielo sea oro y es un asunto que no soporto. En nuestro caso, dado el día y los comensales ( abuelas, etc. ), nos limitamos a Gessami blanco, Cava Mestres de la casa y aguas, . . . . no era día de vinos.

Para buscar un “pero” entre comillas, los precios, no son para poder repetir frecuentemente, pero realmente un producto de calidad como el ofrecido se debe pagar, ya sabemos como está este mercado y cuando comes a otros precios, comes otras calidades, de vez en cuando para disfrutar calidad y buen servicio hay que pagarlo.

Sobre los comentarios anteriores, bastante antiguos, he podido comprobar que ha evolucionado positivamente, sobre todo en el servicio, por lo que lo podemos considerarlo actualmente como recomendable.

Es la primera vez que he comido en Can Solé. Cocina marinera especializada en arroces, tanto secos como caldosos. Cocina a la vista. Cuberteria, mantelerias y "menage" vario, normalito. Supongo que si esta lleno, que no era el caso, resulta algo ruidoso.

Tomamos para picar unos buñuelos de bacalao y piñones excelentes, no asi tanto los berberechos, aparte de muy pequeños, pasados de coccion. Escogimos un arroz pelado, justo en su punto de cocción. Muy bueno. Lo malo fue su servicio, apenas nos la dejo vez y la sirvió toda en el plato, sin ninguna pizca de gracia y fuera de nuestra vista. Ver solo esa montaña de arroz....te hacia pasar las ganas de comerlo.

Postres flojos. Tomamos un tocinillo del cielo.
Bebimos cerveza.

Lo peor es el servicio y el trato. Esos camareros de toda la vida que parece que te hacen un favor dandote de comer y que solo estan solícitos con la gente que ya conocen. Un ejemplo es la forma de sirvieron el arroz.

Restaurante situado en pleno Barrio de la Barceloneta, en una estrecha calle junto al paseo principal. Restaurante clásico de Barcelona ambientado como tal luciendo en sus paredes fotos de la larga lista de personalidades que han pasado por allí. Comida a base de pescado y marisco en su mayoria. Excelente producto cocinado sin grandes complicaciones ni sofisticaciones. Nostros nos decantamos de primero por lo que nos aconsejó el camarero: unos buñuelos de bacalao y unos calameres de potera a la plancha. De segundo rodaballo al horno acompañado con papatas y cebolla. Todo de excelnete calidad. Como postré tambien me deje aconsejar con el helado de Praliné ¡soberbio! y nas catanias del Penedés. Como vino un gewurtrainer de viñas del vero y con el postre un pedro jimenez de toro albalá 1979. Servicio de vino sencillo pero correcto con las copas adecuadas. Carta de vinos correcta en cuanto a blancos. Tintos bastante corta. Como colofón un Romeo y Julieta del numero 1. Clásico y excelente sitio para comer pescado y marisco. Mi preferido de la ciudad Condal junto con "Els pescadors". Repetiré.

Antiguo y pequeño restaurante con larga tradición marinera; impresionante calidad del producto con la elaboración justa para difrutar de su calidad, poca complicación pero muy eficaz, buena carta de vinos y cavas, moderna y con buenas referencias, un pelín caros los vinos (Petrea 27€), pero vale la pena, buen servicio del vino, correcto.